Boto mi Voto

Leíste bien. Está bien escrito: Boto mi voto. Eso es lo que decimos cuando no votamos y podemos hacerlo. Botar, tirar, desperdiciar, llámalo como quieras. Y claro si fuera por el pedazo de papel en el que se marca un nombre daría lo mismo, pero se trata de algo que nos afecta más de lo que creemos.

| Padre Enrique Grez Padre Enrique Grez

Leíste bien. Está bien escrito: Boto mi voto. Eso es lo que decimos cuando no votamos y podemos hacerlo. Botar, tirar, desperdiciar, llámalo como quieras. Y claro si fuera por el pedazo de papel en el que se marca un nombre daría lo mismo, pero se trata de algo que nos afecta más de lo que creemos. Las cifras nos dicen que alrededor del diez por ciento de los jóvenes están inscritos en el registro electoral chileno. ¡Terrorífico! dicen golpeándose el pecho nuestros padres. Pero ¿indica el grado de compromiso de nuestra juventud con la sociedad? Creo que no. Al lado de esta cifra tenemos la impresionante participación de jóvenes en actividades de voluntariado del más diverso tipo. Ya no aceptamos la crítica de que la juventud no está ni ahí.

Desde mi punto de vista el sistema actual de inscripción voluntaria y voto obligatorio no es un factor positivo para la votación juvenil. A lo mejor tendremos que esperar que los timoratos le pierdan el respeto al temido cambio de sistema para intentar atraer el ímpetu y la fuerza juvenil al espacio político. Sí, porque al final de cuentas se trata de eso, de que seamos más políticos, de que nos involucremos con la polis, con nuestro barrio, el club deportivo, la parroquia. Me contaban de unos vecinos que, muertos de frío, se reunieron con mesas y sillas en la calle para articular una junta vecinal que responda a sus intereses. El país que soñamos lo podremos construir sólo desde actos casi poéticos como ese, que manifiesten que somos los responsables, no sólo como voluntarios sino también como líderes comprometidos, de lo que ocurre en nuestra patria.

Si los schoenstattianos nos decimos pertenecientes a una familia marcada por la libertad, hijos de un padre que luchó por ella poniendo en riesgo su vida en el campo de concentración de Dachau, la situación electoral de los jóvenes no nos queda ajena. En las palabras del P. José Kentenich se respira abundante el anhelo de un hombre nuevo y una nueva comunidad. No es posible seguir mencionando ese ideal si no estamos dispuestos al menos a ir y estampar nuestro voto ante la sociedad. Pero tampoco bastará con eso, es preciso que ese voto sea respaldado con acciones concretas de responsabilidad ciudadana. Así puede surgir una nueva política, la que anhelamos como cristianos y jóvenes, basada en el amor y la verdad, tal como la plantea Benedicto XVI en su recién promulgada Encíclica social.

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