Chile como País: Una Visión Crítica

Más allá de las reflexiones patrióticas de septiembre, conviene tratar de percibir qué está pasando en el país. Hoy la gratuidad, la generosidad, la solidaridad, la consideración por los otros, la apertura a las ideas, intereses y demandas que no sean las propias, son excepcionales en la sociedad chilena. El problema reside en que el sólo interés propio que hoy motiva a la mayoría puede llevar a marginar o excluir segmentos sustantivos de la población y debilitar aún más a nuestro país. Lo que vemos y vivimos son varios Chiles. 

| Patricio Chaparro Patricio Chaparro

He leído - o visto - con interés y aprecio varias reflexiones patrióticas y bien intencionadas sobre nuestro Chile, publicadas en SchVivo en estos días en que recordamos y celebramos nuestras Fiestas Patrias.

Nada que objetar o criticar respecto de ellas. Pero, pasada una cierta euforia patria, considero que conviene ir más a fondo, tratar de percibir qué está pasando en el país, sin ignorar lo que buenamente se ha expresado en esas otras columnas desde una perspectiva valórica.

Desde luego, considero que, por regla general, en nuestro Chile de hoy lo que motiva centralmente a las personas, a las empresas, a las agrupaciones de trabajadores, a los políticos y partidos, a los grupos ciudadanos, etcétera, son intereses de carácter limitado.

Limitados en cuanto están orientados desde solamente los propios intereses económicos, ideologías y demandas, sin consideración a las de otros y del país.

Claro que reconozco que eso ha sido así, es así y será así. Nada demasiado nuevo bajo el sol en esto, sea en Chile o en otros países.

Tiendo a percibir, realistamente, que la gratuidad, la generosidad, la solidaridad, la consideración por los otros, la apertura a las ideas, intereses y demandas que no sean las propias, son excepcionales en la sociedad chilena. No tienen mucho espacio ni grandes expresiones que sean permanentes y de mayor alcance.

El problema, a mi juicio, reside en que el sólo interés propio que hoy motiva a la mayoría puede llevar a marginar o excluir segmentos sustantivos de la población y debilitar aún más a nuestro país y a su ya débil régimen político democrático.

La marginación a que aludo no siempre ocurre – aunque entre nosotros tiende a ocurrir -, porque si bien las economías de mercado privilegian la competencia y lo que algunos consideran la ganancia legítima y otros el detestable lucro, tienen al mismo tiempo como uno de sus objetivos centrales incorporar a más sectores de la población, no marginarlos.

No por motivos altruistas, sino porque les conviene que así sea, las economías de mercado, como la nuestra actual, están interesadas en que ingrese más gente en sus redes, que se incluyan más personas.

A nivel planetario, la globalización económica tiene precisamente como su motor principal la ampliación del mercado y la expansión del número de potenciales consumidores, no su reducción. Las grandes empresas informáticas globales son un caso preclaro al respecto.

Algo de aquello ha ocurrido y está ocurriendo en Chile.

La División En Chile

Así, es probable que los resultados finales del reciente censo nacional nos mostrarán que muchos chilenos, incluso algunos de entre los considerados como excluidos o marginados, se han incorporado al consumo de bienes más sofisticados, como refrigeradores, computadores, celulares, televisores plasma o LCD - quizás habrá que cambiar un viejo dicho chileno por uno que ahora rezará "la casa es chica pero la tele es grande"; asímismo, que tales sectores también han accedido a la educación media, técnica e incluso superior, salud, vivienda y otros servicios.

Por cierto, todo lo anterior no significa desconocer lo que es un hecho en Chile y en los países de América Latina: la desigual distribución del ingreso y la concentración de la riqueza en una minoría de la población.

Pero, junto a la existencia persistente de un sector de la población en situación precaria, de pobreza o incluso indigencia, pueden detectarse sectores más acomodados -en el sentido de tener medios económicos suficientes- que hace una o dos décadas atrás.

Pienso que, en el caso de Chile, más que la marginación lo que destaca es la división que existe, se ha profundizado, y que es no sólo socio-económica sino que, a mi juicio, de carácter más profundo, socio-cultural.

Y opino que tal división proviene de las diferencias en la educación recibida y la cultura -actitudes, conductas- de las personas.

Tales diferencias se expresan de muchas maneras y dividen a los chilenos de un sector minoritario (alto y medio-alto) de otros mayoritarios (medio, medio-bajo y bajo), por orígenes, apellidos, contactos familiares, sociales, políticos, vocabulario disponible, lenguaje utilizado, estilos de vida, lugar en que se vive, conocimientos, y un extenso etcétera.

Esa división permite o más bien obliga a plantear una pregunta corta y punzante, hasta dolorosa: ¿Es Chile un país?

Y sugiero, desde un punto de vista politológico, que la respuesta es no.

Varios Chiles

Más allá de una cada vez más huidiza y difusa unidad esencial en la diversidad, no existe un país/nación llamado Chile, sino varios "Chiles"; y la razón de ello se puede encontrar en las evidentes desigualdades económico-sociales y en las variables socio-culturales antes aludidas.

Por otra parte, considero difícil actualmente hacer de Chile un país. Porque en lo hecho, y en lo que queda por hacer al respecto, mi hipótesis es que el Estado ha jugado un rol si bien no único, muy crucial, determinante.

A su vez, percibo que lo que hoy prevalece son conflictos divisivos intensos entre los políticos, el gobierno, la(s) oposición(es), los partidos políticos, las coaliciones de partidos, las instituciones, los ciudadanos mismos, que dificultan sino impiden diagnosticar y enfrentar los problemas y definir una agenda amplia, compartida, con sentido de país, para hoy y el futuro.

Y ello ocurre precisamente entre quienes pueden y deben continuar la tarea inconclusa de organizar, representar, articular, agregar, definir y adoptar políticas públicas específicas, consensuadas, que hagan eficaz al Estado como principal constructor de éste, nuestro país, llamado Chile.

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