Columna de Opinión: Nuestra Mater quiere ser Coronada

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| Patricio Young Patricio Young

¿Nuestra Mater querrá ser coronada?

Tal como he señalado en otros escritos, creo que el robo de la corona del 18 de enero del 2018 del Santuario de Bellavista, justo en el día que el Papa Francisco celebraba la misa de la Virgen del Carmen en su último día de la visita al país, es un signo que Ella quiso “abajarse” y no seguir como Reina.

Si miramos providencialmente, Francisco nos señaló en esa homilía cómo María nos muestra que debemos estar atentos a las necesidades del otro, a esos que son invisibles a nuestros ojos, sobre todo cuando vivimos en una burbuja social. A tantos que “no tienen vino” en nuestro país.

El Magníficat señala claramente que “el Señor Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.”

María es por sobre todo servidora y muy especialmente de los más necesitados.

Ella nos dice de alguna manera: “Yo no puedo estar aquí como reina si mis hijos en el país están sufriendo y ustedes parecen no verlos”. Frente al clamor del pobre que sufre ahí está María, la mujer humilde, madre, servidora, intercesora que le dice a su hijo: “a ellos les falta vino”. 

Pero igual este año se desea volverla a coronar. 

¿Será lo que ella quiere? ¿Será lo que nuestra misión demanda? ¿Será un signo que responde a las voces del tiempo? 

No cabe duda de que su mayor vocación es ser Madre de Cristo y por extensión de todos nosotros. Ese es su legado.  María quiere caminar con nosotros por la vida, compartir nuestros desafíos y realidades siendo fiel a la alianza; nada sin ti, pero nada si nosotros.

El mayor título y la mayor dignidad para ella y para toda mujer es su carácter de madre. No hay otra misión más digna y hermosa. Una madre en toda familia no está en un trono. Está en la tarea de cada día de sus hijos, velando por su vida, por su desarrollo y crecimiento. 

María es humilde y sencilla, ella es ajena a todo protagonismo. Su misión de madre es estar cerca de su hijo. Ella vive plenamente ese gran tesoro de ser madre.

Esa es la dignidad que ella valora por sobre todo. No le interesa reinar, dirigir o manejar a su hijo o a nosotros. Ella prefiere conducir, apoyar, consolar, compartir nuestro caminar. Es educadora por excelencia, pero no desde un pupitre o cátedra, sino desde abajo, caminando nuestro camino.

Ella quiere ser valorada y reconocida como madre de todos y quizás como La Gran Madre.

Es cierto, el padre coronó a María en muchas oportunidades. Es cierto también que le daba un gran valor y significación a este acto. ¿Qué quería decir con ello? Era una suave violencia para que ella actuara frente a una necesidad, para que ella se manifestara a través del capital de gracias. Por lo tanto, tenía un carácter simbólico en si mismo y la coronación no determinaba el carácter de su Mariología. El buscaba una forma de enaltecerla.

Como símbolo representa la realidad del mundo de mediados del siglo pasado con remembranzas del siglo XIX, pero sumamente distinta a la realidad de hoy.

En pleno siglo XXI, las reinas son figuras casi decorativas, no tienen un rol activo e importante en las sociedades donde existen. Más aún, muchos lo consideran que cumplen funciones solo de representación y unidad, pero que al final hacen poco y viven en la opulencia a costa de los impuestos de los súbditos. 

Nadie hoy esperaría tener a una reina como un ideal a emular ni menos como ejemplo a seguir. Solo tienen un gran espacio en los cuentos. 

¿Por qué entonces insistir en utilizar el símbolo de la coronación?

El cambiar expresiones del pasado por otras que representen mejor el presente, en ningún caso significa traicionar o cuestionar al padre. Si así se pensara, nada se podría cambiar y debiéramos estar haciendo las misas en latín como las hizo gran parte de su vida.

Lo mismo que el padre quería en su tiempo, hoy debe tener otra expresión en la forma. Sin duda alguna que celebrarla en su calidad de Madre o incluso de Gran Madre tiene un real sentido y un mayor valor.

Ella igual sigue valorando nuestros Capital de Gracia, porque le interesa nuestro crecimiento personal para entregar mas y mejor amor y misericordia. Nunca  sacrificios por sacrificios. Recordemos que Cristo nos señala; “Prefiero misericordia a sacrificio” (Mt 12; 1-8)

El lenguaje de los símbolos genera realidades dice Maturana. Sin duda que este lenguaje solo nos sirve para ahondar nuestra imagen conservadora y elitista, muy lejos del Schoenstatt renovado que necesitamos y queremos. Además me parece muy inapropiado para el tiempo que vive nuestro país.

En este proceso de refundación o renovación de nuestro Movimiento, les invito a que revisemos muchas prácticas, que se hacen habituales y normales, y que no se nos ocurre cuestionar. Ellas están también marcando la vida, la pedagogía y expresiones del Movimiento en medio de este tiempo.

Es por todo esto que vengo a proponer que revisemos este acto de coronación que se quiere realizar y sin perder su contenido de fondo, busquemos nuevas y mejores maneras de representar.

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