Crisis Bancaria y las Personas

Cuando nos hemos enfrentado a una nueva crisis del mundo financiero en Estados Unidos que ha venido a tener repercusiones mundiales, surgen de inmediato los recuerdos de nuestra propias crisis bancaria de los 80. Sin embargo la mayor preocupación es en definitiva si las soluciones y salvavidas son solo para los Bancos e instituciones financieras y si en definitiva, allá como acá, llega a la gente.


Al hacer la reflexión es saludable recordar esa parábola de Cristo cuando nos muestra a un siervo que no tenía con qué pagar sus deudas y el Señor mandó que lo vendiesen a él, a su mujer y a sus hijos y todo cuanto tenía y se pagase la deuda, arrojándose a sus pies el siervo le decía: "Ten paciencia conmigo, y te pagaré todo". El Rey a partir de sus plegarias le termina condonando la deuda. Sin embargo, el mismo siervo se encuentra con una persona que le debía 100 denarios y sin escuchar sus clemencias, lo envío a la cárcel hasta que pagara el último denario. Mateo (18; 21-35)

Si nosotros analizamos lo sucedido en nuestro país, esta parábola es muy ilustrativa, porque en definitiva los Bancos fueron salvados con la plata de todos los chilenos, sus dueños recompraron la deuda a largo plazo y siguieron con el poder económico que tenían. Sin embargo ellos actuaron con una frialdad, soberbia y dureza increíble al exigir la deuda a sus clientes. Todos conocemos a algún damnificado de esta crisis y de las posteriores donde siempre han tenido la misma actitud. Por algo estas instituciones financieras han mantenido desde hace ya largos años altísimas rentabilidades y muchas veces a costa de intereses excesivos, cobros altos por servicios y la implacable guillotina cuando consideran que hay que ocuparla.

Dado que en Estados Unidos la crisis se origina en las deudas hipotecarias, es de esperar que el salvataje llegue a la gente y no sea solo para las empresas financieras. La plata de todos los norteamericanos debe salir a salvar a estas instituciones yendo contra incluso de toda su ortodoxia económica. Algunos fundamentalistas del modelo, lo tildaban de una intervención de tipo socialista

En definitiva, esta experiencia nos vuelve a demostrar que la economía debe contar con entes reguladores y controladores que salvaguarden el bien común, porque en definitiva ese mercado puro y sin pecado original no existe.

Anhelamos también que nuestro mercado financiero que al parecer muestra signos de buena salud, actúe con buen criterio y benevolencia frente a todos quienes entren en dificultades y les digan : "Ten paciencia conmigo, y te pagaré todo”. Porque si bien en la parábola es el mismo rey quién termina castigando al servidor injusto, hay que tener presente que siempre el hombre tiene “hambre de justicia”.

En nuestro país, a pesar de las regulaciones, son muchos los que se quejan de la forma cómo actúa y de las excesivas rentabilidades del mundo financiero a costa de los acreedores, por lo que también desea justicia, en este caso, de parte del Estado que tiene la obligación de salvaguardar el bien común.
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