El bosque de Karadima

Es importante decirlo desde el principio. No se trata de una película hecha a la rápida, ni mucho menos desde el desafecto cristiano. Se trata de una obra de denuncia que le hace justicia al evangelio de Jesús por los valores que quiere entresacar.

Lunes 11 de mayo de 2015 | P. Enrique José Grez

La advertencia que hago al inicio de esta columna no tiene que ver con las fuertes escenas que hay en el filme, ni con el amplio abanico de prejuicios que se mueven en quienes nos acercamos a ella, más bien quiero advertir que me ha costado mucho escribir estas letras dada la delicada y cercana tragedia narrada. Corro el riesgo de ser injusto con la obra, y lo que es peor, con quienes han sufrido por los hechos de todos conocidos. Desde ya mis disculpas a ellos y estoy dispuesto a dejarme complementar por quien tenga opiniones discrepantes a las mías.

Esta es una historia bien narrada, una tragedia actuada con precisión, y que a pesar de un guión algo barroco en el uso de la cronología, deja fluir una historia atroz que ya desde años conmociona en primer lugar a las víctimas, a la Iglesia Católica y la sociedad chilena

Es importante decirlo desde el principio; no se trata de una película hecha a la rápida, ni mucho menos desde el desafecto cristiano. Se trata de una obra de denuncia que le hace justicia al evangelio de Jesús por los valores que quiere entresacar. La película está bien documentada, se asienta sobre la roca de los testimonios de las víctimas ante la justicia, y lo publicado en investigaciones periodísticas. No se dejó desatendido el estudio de los códigos y símbolos eclesiales, y en esto se agradece que la película no “guitarree” en lo referente a los usos, costumbres y vida cristiana. Se trata de escenarios bien planteados, creíbles, realistas, en los que con mayor razón se aprecian las perversiones y el aire viciado.
ugar a las víctimas, a la Iglesia Católica y la sociedad chilena.

Cualquier fórmula con palabras terribles que podamos imaginar le queda bien por título. Sin embargo la opción que se toma en la imagen del “bosque” que se hace explícita en el desarrollo del filme expresa muy bien lo extraviado que se halla su desvalido protagonista, lo oscuro de la atmósfera que lo impregna, el laberinto de afectos que lo envuelve y atrapa. Las escenas de abuso sexual y psicológico son explícitas, y en esto la película deja poco para la imaginación; advierto a las almas sensibles. Pero eso no es lo más importante, quizás lo más notable es que deje tan bien asentado hasta qué punto se trata de violaciones, en la medida que queda meridianamente claro que la libertad, y el alma frágil y noble de Tomy va siendo sorbida en un espiral macabro por la gelatinosa brutalidad del “santito”.

Un punto que llama la atención es la presencia o más bien ausencia de la mujer en el trazado de la película. La atmósfera de la parroquia es la de una secta que prescinde de las mujeres o las relega, y en la que asistentes y miembros se encuentran capturados por un líder carismático que los aleja de ellas. Se trata de una red en la que fluyen ágilmente los instintos de dominación y en la que no existe la presencia delicada de mujer alguna. La madre de Tomás está extraviada, la del sacerdote se encuentra aferrada a las seguridades de su status, la mismísima Virgen no es en cada plano, más que una imagen ausente a la que se rezan apurados rosarios, no es una mujer de verdad. ¿Dónde está la Madre? La excepción que confirma la regla está puesta en Amparo, la mujer de Tomás, que aun capturada por el sistema de opresión, se las arregla para elevar un suave grito que rompe la cerrazón de su esposo. Si me impresionaron los testimonios de la mujer en la que está inspirado el personaje es porque siento que se trata del contrapunto preciso que hacía falta; la mano de Dios toca delicadamente el drama para remecer el hombro en medio de la pesadilla y ofrecer un despertar para él y todos nosotros. Su delicada y fuerte feminidad, su apego espontáneo a la vida, es lo que hace posible un claro en ese bosque, y una huella para salir de él.

Y respecto a los varones… Aquí ya no se trata de un momento crítico en el proceso de hacerse hombre, como lo habíamos comentado en columnas anteriores. Esta es la historia trágica de cómo puede destrozarse el corazón de un joven en proceso de hacerse hombre, anulándolo en todas las dimensiones posibles. La única salida del laberinto será el milagro que brotará en su inesperado despertar a la paternidad.

Fuente imagen: Cinetvymas.cl

Comentarios
Total comentarios: 5
25/05/2015 - 13:26:57  
Estimado Padre Enrique, creo que esto no es nuevo, pero siento en mi corazón de fémina que desde la reflexión ....es la ausencia ...de ese caminar y acompañamiento juntos entre Padres Biológicos y/ o de crianza e hijos...lo triste es que ellos deseaban ser Sacerdotes, por otro lado...el ingreso a Seminarios desde muy joven ...hace la diferencia...en tiempos de karadima entraban púberes...la educación sexual era mínima no existía en su amplitud basado en el amor y compromiso...luego viene el despertar...y lamentablemente se quedan en un estado a lo que yo denomino "Peter Pan Sexual"....esto da para mucho...obvio que hay otros factores...pero destaco en este hombre sus buenas obras también...Es un tema complejo, pero que hay que asumir y hacerse cargo...en las Familias, en los Colegios....y también como País...Le felicito por su opinión Padre. Saludos

Mireya Hernández
Ayinrehue-Temuco
24/05/2015 - 11:55:58  
Es importante lo indicado por P.Enrique; más que el culto a María que se haya dado en esa parroquia que es valioso,está la ausencia del "eterno femenino" de que habló Goethe ,en la ascética del grupo de afectados, y un fenómeno sicológico que lo vean ojalá los entendidos, para evitar a futuro, esa mecánica y patologías,que se da en las sectas,un seudo mesias , sometimiento de las voluntades peor si son jóvenes que buscan su camino ,se sacraliza la autoridad ,frente a la confianza que Dios le dio al hombre de su libertad .

Orlando Michaud Ch
Viejo fundador Sicut Ventus
16/05/2015 - 09:32:09  
La verdad es que no he visto la película. Pero quiero hablar de mi propia experiencia en la parroquia de El Bosque. Asistí por mucho tiempo a las charlas de los jóvenes y no me sentí nunca excluída como mujer y a la vez siendo schoenstattiana, creo que también eran muy devotos a la Virgen. En ese sentido no comparto ese tipo de exclusión de las mujeres. Creo que la exclusión se puede haber dado por las mujeres cercanas a los hombres en este sentido, afectados.

Alejandra Salinas
Santiago
12/05/2015 - 18:32:21  
P Enrique
Gracias por el análisis tanto estético como moral de la película. Sin duda no deja indiferente a quien la ve y es necesario dejar decantar los hechos para apreciar con otra mirada, más allá de los delitos que tanto dañaron a la Iglesia Chilena, las incoherencias humanas que tanto mal hacen a nuestra fe.
Saludos

José Miguel Massardo
Campanario
11/05/2015 - 20:33:10  
Gracia P. Enrique José:
Su comentario desmitifica un tema sensible en nuestra Familia de Schoenstatt.
Una mezcla de respeto, de aversión a los que atacan la Iglesia, que nos hace víctimas de ocultar la verdad.
Hechos tan deplorables de los cuales hermanos han sido víctima no podemos ni taparlos ni esquivar la mirada so pena de faltar al Evangelio.
No he visto la película y por lo que cuenta , puede ser una buena aproximación al tema que a un católico no puede ser ajeno, si no se ha informado por la abundante literatura existente al respecto.

Alejandro González
Quillota Chile
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