El infierno son los otros

En su mensaje cuaresmal de este año, el Papa Francisco recuerda el verdadero sentido del "encuentro con el otro", usando como imagen la parábola de Lázaro y el rico. "Lázaro nos enseña que el otro es un don".

| P. Hugo Tagle P. Hugo Tagle

Cuaresma. Tiempo de encuentro

Se le atribuye a Sartre la frase "el infierno son los otros". La convivencia humana sería para cada uno, a la larga, un estorbo. Si hacemos caridad, si consideramos al otro, sería casi una concesión graciosa, un acto de desprendimiento generoso, pero no un aporte real a mi existencia. Lamentablemente esa percepción ha impregnado parte de la manera de relacionarnos. El otro, si no me sirve, simplemente es una molestia, un infierno.

El Papa Francisco se ubica en las antípodas de esa mentalidad. En su mensaje cuaresmal de este año, recuerda el verdadero sentido del "encuentro con el otro", usando como imagen la parábola de Lázaro y el rico. "Lázaro nos enseña que el otro es un don" dice el Papa. "La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor". La relación con el otro nunca es un empobrecimiento; siempre es un enriquecimiento. Su presencia, su contacto, siempre enriquece. "Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida" dice el Papa. El otro siempre será un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido.

Francisco invita en su mensaje cuaresmal al desprendimiento y la solidaridad. Nos advierte ante el peligro de de la codicia, ejemplificado en el rico de la parábola (cf. Lc 16,19). "En él, dice el Papa, se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia".
El apóstol Pablo dice que «la codicia es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Esta es la causa principal de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y recelos. "El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico".

"La codicia nos vuelve vanidosos", señala el Santo Padre. La personalidad se desarrolla en la apariencia, en hacer ver a los demás lo que no somos. La apariencia esconde un vacío interior. "Nos volvemos prisioneros de nuestras apariencias, de la dimensión más superficial y efímera de la existencia".

El peldaño más bajo de esta decadencia moral es la soberbia. "El hombre rico se viste como si fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvidando que es simplemente un mortal" dice el Santo Padre.

Al mirar a este personaje, entendemos por qué el Evangelio condena con tanta claridad el amor al dinero: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24).

En la imposición de las cenizas se nos recuerda que somos polvo y al polvo volveremos. "El rico y el pobre, en efecto, mueren, y la parte principal de la parábola se desarrolla en el más allá. Los dos personajes descubren de repente que «sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él» (1 Tm 6,7)".

La Cuaresma es el tiempo propicio para renovarnos en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo.

La calamidad que significaron los incendios dantescos que sufrimos en las últimas semanas dejan en evidencia la gran precariedad y pobreza en que viven muchos compatriotas pero, a su vez, dieron pie para grandes y nobles muestras de solidaridad. En la adversidad se puede revelar lo mejor del corazón humano.

Cuaresma puede ser un tiempo precioso para decantar el dolor e impotencia que esa tragedia trajo consigo pero, sobre todo, para renovar la solidaridad mutua, crecer en la cultura del encuentro. Cuaresma es camino de conversión para "redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados". Una forma muy concreta de hacerlo es participando activamente en las campañas que promueve la Iglesia en este tiempo, para que "aumente la cultura del encuentro en la única familia humana". Así sabremos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres y "daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua".

P.Hugo Tagle M.
Capellán UC
twitter: @hugotagle

Foto: Municipalidad de San Fernando.

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