Evangelio domingo 1 de septiembre

Domingo 1 de septiembre de 2019 | Juan Enrique Coeymans

1° de SEPTIEMBRE del 2019

Evangelio según San Lucas capítulo 14, 1.7 – 14

Vigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado". Después dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los muertos

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado"

Jesús pareciera decirnos: Uds. hablan mucho de la virtud de la humildad y lo fundamental que es para la vida del cristiano, pero en la vida cotidiana no la practican. Es fácil declarar que la humildad es importante, pero es difícil hacerla hábito, y autoconciencia de la propia pequeñez. Empiecen por meditar sus propias pequeñeces, mírense a sí mismos con verdad, porque la humildad es ser verdadero como decía mi hija predilecta Teresita del Niño Jesús.

A veces tiendo a confundir la humildad con el menosprecio de uno mismo. No, esa no es la humildad, tengo que mirarme con ojos de misericordia, pero debo tener claro que soy un pecador redimido por la sangre de Jesucristo, Soy débil, pero soy hijo de Dios y esa es mi única gloria. Mirarme con verdad, como soy, con mis defectos, mis caídas, pero también con la realidad que uno ha sido instrumento de Dios para los demás a pesar de la propia miseria.

Señor Jesús, te adoro y te agradezco por tu amor infinito. Te doy gracias porque derramaste tu sangre y sufriste lo indecible por mí, es mi única gloria, lo único de lo cual me puedo vanagloriar. Te pido la gracia de mirar a los demás con cariño, y con espíritu de comprensión, a pesar de que probablemente tengan pequeñeces. Haz que vea, a cada ser humano con reverencia, porque en ellos Tú te acercas a mí. Y yo como María, sirva, acompañe, apañe y consuele, sabiendo simplemente que soy un siervo tuyo.

AMÉN

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