Evangelio domingo 10 de noviembre

Domingo 10 de noviembre de 2019 | Juan Enrique Coeymans

10 de NOVIEMBRE del 2019

Evangelio según San Lucas, capítulo 20, 27 - 38

Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella." Jesús les contestó: "En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos."

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos."

Pareciera que Jesús nos dice: a veces siento que en el corazón de Uds. está el culto y la vinculación a un Dios que ha muerto, pero no a un Dios vivo. Y estamos cerca de Uds. todo el tiempo, porque el gran anhelo de la Trinidad es que todo ser humano, quiera estar cerca nuestro. Estrictamente no tenemos necesidad de Uds., pero el amor es una fuerza unitiva, y como los amamos infinitamente, ese amor nos lleva a desear la cercanía de cada persona. Somos un Dios vivo, que quiere que Uds. estén a nuestro lado y si lo desean, la Trinidad entrará en sus corazones.

Un gran regalo que he tenido en mi vida, son no solo los evangelios, sino los mensajes profundizadores que algunos discípulos del Señor me han regalado: el Siervo de Dios José Kentenich ha sido el Dios vivo y presente, Santa Teresita del Niño Jesús, la infancia espiritual, y Santa Isabel de la Trinidad, la inhabitación de la Trinidad en el alma de cada cristiano, Por eso las palabras del Señor, me resultan familiares, y cercanas, y puedo con alegría confesar que a pesar de mi pequeñez, por pura misericordia de Dios, he ido sintiendo en mi vida y con más fuerza que Dios es un Dios vivo.

Señor Jesús, esplendor del Padre entre los hombres, te adoro y te alabo, te bendigo y te proclamo Señor de mi vida. En esta tarde te pido que me sigas regalando el don de saber que me vinculo con un Dios presente. Ayúdame a ahondar esta conciencia de tu cercanía permanente, para serte fiel en todas las instancias de mi vida. Soy un pecador redimido por Tu Sangre querido Jesús, que esa Preciosa Sangre exorcice mi corazón y mi vida. Sostén mi mano para no separarme de la mano Tuya y de María.

AMÉN

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