Evangelio domingo 12 de mayo

Domingo 12 de mayo de 2019 | Juan Enrique Coeymans

12 de MAYO del 2019

Evangelio según San Juan, capítulo 10, 27 - 30

Cuarto Domingo de Pascua

Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa"

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

El Padre y yo somos una sola cosa"

Pareciera que Jesús nos dice: Fui revelando lentamente a mis discípulos el misterio de mi divinidad. No era fácil ni sencillo dar a conocer a judíos rectos que Yahvé eran tres personas, aunque un solo Dios. Solo desde el amor, porque somos Amor, Uds. pueden atisbar algo del misterio de la Trinidad. Y solo desde un amor infinito, es posible entender que la unidad de la Trinidad es la de un vínculo y una atadura infinita. Por eso, porque los amamos infinitamente, llegará un día en que Uds. entrarán en el torbellino de amor de la Trinidad y serán felices para siempre, aunque ahora in lo imaginan.

Cuando más joven, le daba vueltas al misterio de la Trinidad. Sólo cuando comprendí que Dios es Amor, se me empezó a simplificar mi acercamiento a este misterio. No que lo tenga comprendido, pero al menos, me doy unas explicaciones que me tranquilizan. Porque el misterio de Dios Uno y Trino, no es para asustarse, es para alegrarse, para estar lleno de confianza en su amor de misericordia y perdón, su amor incondicional por cada uno de nosotros, también por mi que soy un pobre pecador.

Señor Jesús, mi Rey y Salvador, que diste libremente tu vida por mi salvación, para abrirme las puertas del cielo, siendo yo un pecador. Mi único título de grandeza es que soy un pecador redimido por tu Sangre. Te adoro, me inclino ante ti, Hijo eterno del Padre antes de los tiempos, e hijo de María en el tiempo y la Tierra. Sí, confesaré siempre que tu eres Dios, y que resucitando de entre las muertos mostraste que tu divinidad era verdadera. Con María te bendigo y alabo, y te doy gracias de todo corazón, por tu amor infinito.

AMÉN

 

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