Evangelio domingo 18 de septiembre

Domingo 18 de septiembre de 2022 | Juan Enrique Coeymans

18 DE SEPTIEMBRE DEL 2022

Evangelio según San Lucas capítulo 16, 10 - 13

Vigésimo Quinto Domingo del Tiempo Ordinario

El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes? Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al dinero.

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

No se puede servir a Dios y al dinero.

El Señor pareciera que nos dice: Este trozo del evangelio pertenece a esas frases que Uds. no quisieran que Yo las hubiera dicho. Porque son una invitación a la generosidad. Uds. dicen que aman, pero ¿a quién aman, y como aman? Tienen que amar con hechos a los que sufren cualquiera necesidad. Les creeré la calidad de su entrega al ver como toman en serio el darse a los demás. Yo te iré mostrando en las circunstancias lo que espero que realicen. Yo les hablo gestualmente, en las circunstancias, y les indicaré a quien servir y ayudar.

Siendo sincero, es en el uso del dinero como se muestra a quien uno sirve en la vida. Si al dinero o a los demás. Y no son pocas las veces, en que me he preocupado de la rentabilidad del dinero, y no en la necesidad del otro. Pero otras veces he tenido la alegría inmensa de poder ayudar sin que nadie sepa. Solo en el desprendimiento y en la generosidad puede uno darse cuenta de a quien sirve y rinde tributo, Todo lo demás es habladuría y buenas palabras, pero no es amor el mucho hablar y poco dar.

Señor Jesús, me arrodillo y me inclino ante Ti, Dios y hombre al mismo tiempo, por enseñarnos en ese misterio de tu encarnación, el camino para tomar conciencia nosotros tus discípulos que somos hombres, y pequeños, pero somos hijos del Padre Dios, amados y esperados por el amor infinito que nos tienes. Señor, te pido perdón por mis pequeñeces y miserias. Que no me crea nunca más que un hijo redimido por tu Sangre preciosa. Bendito seas siempre Señor.

AMÉN

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