Evangelio domingo 22 de diciembre

Domingo 22 de diciembre de 2019 | Juan Enrique Coeymans

22 de DICIEMBRE del 2019

Evangelio según San Lucas, capítulo 1, 18 - 24

Cuarto Domingo de Adviento

Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados". Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros". Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

Jesús pareciera decirnos: no fue fácil para José aceptar la situación de mi madre. Sin embargo, cuando en sueños el ángel le manifiesta lo que verdaderamente había sucedido y lo que vendría, no dudó un instante, y obedeció con prontitud, José era un hombre que estaba abierto al querer del Padre, por eso fue el mejor padre adoptivo que yo pude tener, y a través de él, el Padre me educó para adentrarme en el misterio de mi encarnación, en que mi padre no era José sino que era Yahvé.

La prontitud en la realización de la voluntad de Dios no me es fácil. Quizás la demora se deba a que no tengo claro si es o no voluntad de Dios, pero a veces hay que darse una hipótesis, sobre todo partiendo de la experiencia de situaciones anteriores, porque Dios para sus deseos, se acerca a cada uno de una cierta manera y si la insinuación del Señor se parece a otra ocasión en que fue semejante, se puede abreviar el discernimiento, sabiendo que uno se puede equivocar, pero los errores, sirven para aprender en próximas ocasiones.

Señor, dame la gracia de ser como José: vivir la sencillez de la vida cotidiana de un laico, y alabarte con el trabajo de cada día, en que los salmos no son palabras, sino generosidad, alegría, servicialidad. Los dos más grandes santos del cristianismo, son dos laicos: José y María, para recordarnos que todos estamos llamados a la santidad. Señor, bendito seas, porque nos llamas a todos a ser santos, aunwue cuando uno se mira le parece imposible. Pero recordando cada día que Tu y el Padre y el Espíritu Santo nos aman infinitamente, se puede amar y servir siempre.

AMÉN

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