Evangelio domingo 24 de noviembre

Domingo 24 de noviembre de 2019 | Juan Enrique Coeymans

24 de NOVIEMBRE del 2019

Evangelio según San Lucas, capítulo 23, 35 - 43.

Trigésimo Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario

Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo

El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: "Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!". También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: "Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!". Sobre su cabeza había una inscripción: "Este es el rey de los judíos". Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros". Pero el otro lo increpaba, diciéndole: "¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo". Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino". Él le respondió:"Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso".

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino"

Jesús nos dice: en esta escena final de la Cruz, hay una enseñanza honda y sencilla: los más interesados en que Uds. lleguen a nuestra vida trinitaria somos nosotros en la Trinidad. El amor es una fuerza unitiva. Y como los amamos infinitamente, queremos con una fuerza increíble que Uds. estén cerca nuestro. Esta misericordia no es una limosna que les damos, sino la consecuencia del amor que les tenemos. Pasé por alto todos los pecados y miserias de ese ladrón crucificado conmigo, porque me reconoció como Rey y Señor y me pidió estar conmigo.

Esta escena del Evangelio me emociona siempre. Me llena de esperanza, y me impulsa a querer desear estar cerca de Jesús y María en esta vida y en la otra. Por eso la frase del buen ladrón, es una de las jaculatorias preferidas que más repito:" acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino". Pareciera que el buen ladrón intuía el amor infinito que Dios nos tiene, pero que requiere nuestro deseo de querer estar con El. SI no lo deseamos, permanecemos en nuestra miseria. Se necesita la decisión de volver a casa del hijo prodigo en medio de su decadencia para ser recibido con fiesta en la casa de vuelta.

Señor mío y Dios mío: te adoro humildemente, y me inclino ante ti. Tú eres un pozo infinito de misericordia y de amor. Tantas veces que nos olvidamos de considerar el amor que nos tienes, y vivimos como si Tu no existieras. Te pido la gracia de recordar siempre esta escena del evangelio, porque mi pequeñez me asemeja al ladrón bueno pero quisiera tener siempre un deseo inmenso de estar contigo para siempre, cantando tus alabanzas y recordando tu amor.

AMÉN

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