Evangelio Domingo 9 de febrero de 2020

| Juan Enrique Coeymans Juan Enrique Coeymans

Haz click aquí para leer la homilía del padre Carlos Padilla.

Haz click aquí para leer el Evangelio de hoy.

9 de FEBRERO  del 2020

Evangelio según San Mateo, capítulo 5, 13 - 16

Quinto Domingo del Tiempo Ordinario

Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.

 

Meditación de Juan Enrique  Coeymans Avaria

Ustedes son la sal de la tierra

El Señor Jesús pareciera decirnos: Uds.  deben fijarse bien en la forma que les digo su tarea. No les digo Uds. debieran ser la sal de la tierra, sino Uds. son la sal de la tierra. Y son la sal, porque por el Bautismo Uds. están injertados en mi Cuerpo Místico. Uds. y yo estamos unidos profundamente. Y soy Yo el que a través de Uds. quien sazona la tierra y la vida de los que hombres. ¿Y cuál es esa sazón? Muy simple, el amor a   Mí, al Padre y al Espíritu Santo, y el amor a los hermanos, a los que sufren, a los que los necesitan, a todos los hombres. El sabor que Uds. darán es el amor.

A veces me complico con lo que el Señor espera de mí en la vida. No son sacrificios ni cosas espectaculares, ni grandes penitencias, ni nada escalofriante. Lo que debo acentuar en mi vida es sencillamente el amor a Dios Uno y Trino, y a las demás personas, Eso es todo. Y no tengo que hacer especulaciones, sino obras, acciones concretas, porque al final d la vida, en el Juicio Final sólo se tomará en cuenta lo que hice al amar, y al haber sazonado mi alrededor sin que nadie lo supiera. Eso es ser sal de la tierra.

Señor Jesús, bendito y alabado seas ahora y siempre, porque    no nos traes un mensaje para complicarnos la vida sino para centrarla y concentrarnos en una sola gran realidad: el amor hecho obras. Señor, no soy digno de ser  sal, pero Tu que eres Dios y hombre me afirmas con tu poder y sabiduría, que yo y cada uno de mis hermanos cristianos, somos sal, no que debiéramos ser sal. Señor, me quedo en silencio adorándote y pongo en tus manos todo lo que soy. Límpiame para ser una  sal que sazona, y no una sal que ensucia. AMÉN.

Comentarios
Nombre:   Procedencia:
Comentario:
Código de seguridad:   captcha
Caracteres restantes: 1000