Evangelio jueves 12 de septiembre

Jueves 12 de septiembre de 2019 | Manuel José Ibáñez

12 de SEPTIEMBRE del 2019

Evangelio según San Lucas, capítulo 1, 39 – 47.

Jueves de la Vigésima Tercera Semana del Tiempo Ordinario

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador".

Meditación de Manuel José Ibáñez Aldunate

"Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".

El Señor pareciera decirme hoy: "Yo te he anunciado mi Reino y el triunfo de la Vida sobre la muerte. Cree en mí, confía en la palabra que te he anunciado desde siempre. Todo lo que quiero es tu felicidad y la de aquellos que te rodean. Yo los conozco y los quiero entrañablemente. Lo único que deben hacer es creer en mí, abandonarse en las manos de mi Providencia y vivir intensamente todo lo que les regalo día a día. Permitan que mi gracia actúe libremente, para que los conduzca a la plena felicidad."

Es impresionante el valor que Isabel atribuye a la fe de María. Reconoce en este don de Dios la razón de la felicidad de la Virgen. No es feliz solo por haber sido considerada digna de llevar al Salvador, sino especialmente por creer en Él. Me doy cuenta como tantas veces veo complicado el camino a mi felicidad, porque me parece que tienen que combinarse muchos factores (sociales, económicos, salud). Y sin embargo hoy Isabel pone el centro en lo que realmente importa: creer en el Señor y en su anuncio. Con eso basta para ser absolutamente felices, aún en medio de las dificultades.

Gracias querido Señor por anunciarnos a través de tu Palabra aquellas cosas que nos conducen a nuestra plenitud. Te alabo por tu bondad, por manifestarnos tus planes e irnos conduciendo, pese a nuestras faltas. Gracias Padre bueno por quererme tanto y darme la posibilidad de ser feliz con tan poco. Te pido que me ayudes a reconocer lo importante de lo accesorio y a ser un testigo alegre de tu Evangelio en medio del mundo. María, que creíste siempre en el Señor, enséñame a confiar más en Él.

AMÉN

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