Evangelio jueves 17 de octubre

Jueves 17 de octubre de 2019 | Ignacio Suazo

17 de OCTUBRE del 2019

Evangelio según San Lucas, capítulo 11, 47 - 54

Jueves de la Vigésima Octava Semana del Tiempo Ordinario

San Ignacio de Antioquía. Obispo, mártir y Padre de la Iglesia

Dijo el Señor: «¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros. Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos. Así se pedirá cuanta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto. ¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden.» Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas
y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.

Meditación de Ignacio Suazo Zepeda

"«¡Ay de ustedes (...)"

María parece decirme: te parecen duras las palabras de mi hijo ¡Más dura es la realidad de quienes habiéndolas escuchado no las siguen! Por eso, la claridad y rigor de estas palabras no son más que otro acto de amor destinadas a alguien que ya no puede comprender de otra forma. Debes saberlo: si mi Hijo lo hizo, es porque hay oportunidades en que usar este rigor es una alta y exigente forma de amor, que todo cristiano debe ser capaz de usar en determinado momento.

Me cuesta recibir comentarios así de duros y para qué decir, hacerlos. Pero si Jesús los hizo; si Jesús fue capaz de enojarse en algún grado (no me imagino dando este discurso sin algún grado de enojo), entonces es bueno. Pienso en María: ella tampoco dudó al anunciar que «derribó a los ricos» en el Magníficat. Por eso, puedo pedirle a ella que me eduque para saber ser duro cuando el momento lo exija pero siempre con una mirada a lo hondo de misericordia y respeto.

Mater, la petición de hoy es doble. En primer lugar ¡qué yo no sea como los fariseos! Que siempre tenga una actitud humilde cuando reciba correcciones, por muy duras que sean. Nunca se sabe cuándo una crítica puede ser un llamado de Dios a enmendar el rumbo y que así mi vida sea una verdadera apertura al querer del Padre. Por otro lado, si estoy dispuesto a recibir críticas ¡Qué no me falte valentía para hacerlas! Que así las palabras de Jesús también sea vida en mí: «si tu hermano peca, corrígelo». Te lo pido con la confianza de que Tú lo consigues todo frente a Dios, Madre buena.

AMEN

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