Evangelio jueves 7 de mayo

Jueves 7 de mayo de 2020 | Sebastián Castaño

7 de MAYO del 2020

Evangelio según San Juan, capítulo 13, 16 - 20.

Jueves de la Cuarta Semana de Pascua

Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. No lo digo por todos ustedes; yo conozco a los que he elegido. Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice: El que comparte mi pan se volvió contra mí. Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy. Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió".

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo

Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió".

El Señor Jesús me dice, si recibes a mi discípulo, es decir, a tu prójimo también me recibes a mí y a mi Padre que me envió. Yo Soy y he venido a ser tu siervo por voluntad de mi Padre y para que tengas verdadera vida en la tierra. Me hice hombre igual que eres tú, humilde y obediente con la voluntad de mi Padre que me envió. Me entregué a la muerte por amor a ti. Recíbeme en tu corazón y actúa con humildad para recibir y servir a tu prójimo. Evita volverte contra mí, no cierres tu corazón, no tengas miedo de mirarme en la cruz. Yo Soy y estaré siempre atento a servirte y recibirte con amor y humildad.
Me impresiona la humildad de Jesús y como acepta, en toda circunstancia, cumplir la voluntad de su Padre; para nuestra salvación. ¿Cuántas veces no tengo la humildad para tener a Jesús más presente en mi corazón de forma que sea El quien pueda guiar mi forma de recibir y servir a mi prójimo? Si no recibo a Jesús verdaderamente en mi corazón y lo llevo presente delante de mí, no podré entregarme correctamente a mi prójimo m ser testigo del amor de Dios en la vida..
Querido Señor, dame ese espíritu de ser humilde frente a los demás, tal como tú nos enseñaste con en el Lavado de Pies a tus discípulos. No quiero volverme contra ti Señor, ni cerrar mi corazón a tu continua presencia. Perdón Señor por las veces en que te ofendo, a veces sin saberlo y otras veces dándome cuenta de mi pequeñez. Querida Mater, tú que aceptaste con humildad recibir el Espíritu de Dios y ser la madre de Jesús, ayúdame a poder recibirlo a Él en mi corazón.

AMÉN

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