Evangelio jueves 8 de abril

Jueves 8 de abril de 2021 | Sebastián Castaño

8 de ABRIL del 2021

Evangelio según San Lucas, capítulo 24, 35 – 48

Jueves de la Octava de Pascua

Los discípulos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo". Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer?". Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos. Después les dijo: "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos". Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto."

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo

"Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto."

Jesús parece decirnos: he resucitado, soy yo mismo, Jesús de Nazaret. Me presenté ante mis discípulos, en cuerpo y alma, para que creyeran y comprendieran que así ya estaba escrito en las antiguas escrituras: el Mesías debía morir y resucitar al tercer día. Luego, siendo ellos testigos, los invito a la misión de predicar en mi Nombre a todas las naciones. Les digo a ustedes: Que la incredulidad no les confunda, ni dejen que se asiente en sus corazones. Abran el corazón al Espíritu Santo y sean confiados testigos de mi resurrección cada vez que se reúnen, como hermanos y como hijos de Dios, a celebrar la Eucaristía.

¿Cuán testigo soy de la resurrección de Jesús? ¿Siento incredulidad de que Jesús vino de Dios y resucitó de su muerte en la cruz para nuestra salvación? Si bien no fui testigo de esos acontecimientos, en mi vida si he experimentado la presencia de Jesús. En la oración profunda personal y en comunidad, en la eucaristía, en el milagro de la vida, y en día a día. Es una experiencia personal con Cristo, única para cada uno de los que lo acogen en el corazón. Ese es el testimonio que Jesús nos pide compartir y anunciar con alegría.

Querido Señor Jesús, tú eres el cordero de Dios que se hizo hombre y viniste al mundo por amor a tu Padre y a nosotros. Amaste hasta el extremo, te entregaste en la Cruz y luego resucitaste. Concédeme Jesus la gracia de creer con fe y esperanza, y de anhelar con alegría vivir al amparo del amor de Dios. Abre mi inteligencia para comprender tus Escrituras. Reconozco y agradezco tu amorosa presencia a lo largo de mi historia de vida y que por tu Santa Madre María pueda reconocerte eternamente.

AMÉN

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