Evangelio jueves 9 de enero

Jueves 9 de enero de 2020 | Ignacio Suazo

9 de ENERO de 2020

Evangelio según San Lucas, capítulo 4, 14 – 22.

Jueves de la Segunda Semana del Tiempo de Navidad

Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región.
Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?".

"¿No es este el hijo de José?"

Meditación de Ignacio Suazo Zepeda

Jesús parece decirme: este no es sólo un problema de mi pueblo, sino de toda la humanidad: ¡Cuánto les cuesta verme en lo cotidiano y lo sencillo! Tú no te libras de esto. Así como los nazarenos no son capaces de ver a Dios y sus llamadas de conversión al amor a través mío, tú y tus hermanos rara vez logran captar las voces que mi Padre les envía a través de sus criaturas. Para encontrarlas, no necesitas más que una cosa: rezar y meditar. Y mirar co ojos de misericordia a los demás y a ti mismo.

Jesús me interpela a rezar más; a meditar más. Es la forma que tengo de abrirme más a esos pequeños profetas que Dios pone en mi camino para acercarme, vitalmente, más a Él. Sin embargo, no se trata de hacer cualquier meditación (aunque toda resulte ser una ayuda). Lo más útil es lo que el Padre Kentenich llamaba "meditación de la vida", o dicho de otra forma, el poder entablar un diálogo con Dios a partir de hechos concretos de mi vida. Se lo importante que es, pero ¡cuánto me cuesta hacerme el tiempo y ponerlo en práctica!

Jesús, se viene todo un nuevo año y con él, la oportunidad de ponerme propósitos que me renueven en ti. Soy muy consciente que la meditación de la vida es un camino para encontrarte en la vida diaria. De esa forma, podré reconocerte en lo cotidiano; en tus pequeños instrumentos donde revelas toda tu grandeza y donde yo de forma tan miope, tantas veces no logro verte. Jesús, que no claudique durante el año. Que pueda darme los tiempos para hacer meditación de la vida y darte ahí el más generoso "Sí". Te lo pido junto con María, que fue maestra en el arte de escuchar al Dios de la vida.

AMÉN

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