Evangelio lunes 2 de noviembre

Lunes 2 de noviembre de 2020 | Magdalena Fernández

2 de NOVIEMBRE DEL 2020

Evangelio según San Juan, capítulo 11, 17 – 27

Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos. Memoria Obligatoria

Cuando llegó Jesús se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María se quedó en casa. Dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que Dios te concederá cuanto le pidas". Jesús le replicó: "Tu hermano resucitará". Le respondió Marta: " Ya sé que resucitará en la resurrección , el último día". Jesús le respondió: "Yo soy la resurrección. El que cree en mí , aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto? Respondió ella: "Si Señor, yo creo que tu su eres el Cristo, el Hijo de Dios. El que iba a venir al mundo".

Meditación de Magdalena Fernández Pérez

"Le salió al encuentro"

Jesús me dice: Ven a mi encuentro. No te canses nunca de buscarme. Sé lo que estás viviendo, y me muero por acompañarte en tu camino. Quiero ser tu fuente de consuelo y esperanza, quiero oírte hablar de tus sueños y temores. Pero respeto tu libertad en todo momento. Por lo que cuando quieras venir, yo estaré esperando con mis brazos abiertos. Soy tu Amigo, y quiero estar contigo. Me alegran tus alegrías, así como me preocupan tus preocupaciones. Confía y ven sin miedo a mi presencia, que me encantaría escucharte.

Muchas veces mis preocupaciones me alejan de Dios. Cuando tengo un problema, en lugar de acudir al mejor Consejero y al Consuelo infinito, prefiero replegarme sobre mi misma y aislarme. Quiero hacer frente a mis flaquezas y a mi debilidad, y acudir sin miedo al encuentro con el Señor. A veces me da miedo que vea mi debilidad, pero es precisamente ahí en dónde Dios puede actuar. Quiero dejar de lado la falsa creencia de que puedo con todo, y abandonarme con confianza en los brazos de mi Padre.

Señor, salgo a tu encuentro. Traigo conmigo todo lo que soy. Mis defectos, miedos y errores, pero también mis esfuerzos por hacer el bien, mis sueños de un mundo mejor y los dones que me has dado. Te lo entrego todo, y te pido que guíes mi camino. Enséñame a confiar en Ti, a creer con convicción que cada cosa que sucede, por muy insignificante que parezca, me ha sido entregada por tu Mano Redentora. Ayúdame a caminar con convicción por este camino, para que no me pierda en el intento. Creo en Ti, y salgo a tu encuentro. Dale nueva vida a mi cuerpo y espíritu.

AMÉN

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