Evangelio lunes 24 de junio

Domingo 23 de junio de 2019 | Magdalena Fernández Pérez

24 de JUNIO del 2019

Evangelio según San Lucas, capítulo 1, 57 – 66.80

Solemnidad del Nacimiento de San Juan Bautista

Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan". Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre". Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.

Meditación de Magdalena Fernández Pérez

"Debe llamarse Juan"

Jesús me dice: la lógica del mundo y la mía no siempre siguen la misma línea. Zacarías era el nombre que correspondía según la tradición, pero no el que yo había planeado. Cuando sigas mi camino, la gente no siempre te comprenderá. No te preocupes, y sigue adelante, así como Isabel y Zacarías lo hicieron. Quiero que mantengas tu corazón liviano y tu mente pura, sin importar lo que otros puedan decir o hacer. No te pierdas en conversaciones vanas ni empobrezcas tu espíritu con el individualismo de este mundo.

A veces me entristece ver cómo he perdido ideales y formas de ser con el pasar del tiempo. Me justifico culpando al mundo, "no es fácil ser bueno en un mundo que está corrupto". Pero quiero volver a enderezar mi corazón. Volver a esforzarme por hacer el bien en donde no es recibido, por entregar donde no recibo nada a cambio. Quiero tomar cada decisión basada en el Amor, y no en falsos ídolos que he ido construyendo en mi vida. Si voy a entregar mi vida, quiero hacerlo por completo.

Señor, me asusta entregar. Tengo miedo a tomar decisiones buscando ayudar a otros, y terminar dejándome de lado. No quiero entregar más de lo que tengo... quiero dar sólo lo que me sobra. Pero luego te miro a Ti, clavado en la Cruz. Un ejemplo perfecto de entrega radical. ¿Puedo dar hasta ese punto? ¿Es mi fe lo suficientemente fuerte? Me asusta. Pero la fe no se puede vivir a medias, con reparos. Es del todo o nada. Y yo lo quiero todo. Que la próxima vez que tenga que decidir, lo haga con la mirada en el Crucifijo.

AMÉN

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