Evangelio lunes 27 de enero

Lunes 27 de enero de 2020 | Magdalena Fernández

27 de ENERO del 2020

Evangelio según San Marcos, capítulo 3, 22 - 30

Lunes de la Tercera Semana del Tiempo Ordinario

Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: "Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los Demonios". Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: "¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre". Jesús dijo esto porque ellos decían: "Está poseído por un espíritu impuro".

Meditación de Magdalena Fernández Pérez

Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir

Jesús me dice: ojo con las luchas internas. Preocúpate de la limpieza de tu corazón, con la misma urgencia –o mayor –con la que te ocupas del resto de tus cosas. Cuando tengas una duda, aclárala. Si algo te molesta o duele, convérsalo. No almacenes tu fe como un accesorio más, que ésta impregne tu corazón y le dé sentido a tu vida. Nunca dejes de abrir tu corazón a quien tiene creencias o formas de vivir distintas a las tuyas; pero ten cuidado. Cuando abras tu corazón que sea para entregar y compartir Amor, no para poner en duda lo que crees.

A veces me confundo. Buscando aceptarlos a todos, termino perdiéndome a mí misma. Mi fe merece el mismo respeto que intento darles a otros, y debo recordar esto a la hora de hacer referencia a la misma. Quiero acogerlos a todos, pero tengo que tener cuidado con mi fe. Quiero guardar la Palabra de Dios como lo más preciado que tengo. Sin miedo a hablar de ella, ni de dejarla transformarme. Si no, corro el riesgo de que se marchite, de que me confunda aún más y termine por creerlo todo o –puesto en otras palabras –no creer en nada.

Señor, creo, pero aumenta mi fe. Ayúdame a mantener mi corazón limpio y libre de luchas internas. O bien, enséñame a buscar ayuda cuando estas luchas vengan, y a tenerte siempre como Maestro de mi corazón. Regálame las ocasiones para acercarme a tu Amor, y guíame para que pueda ir construyendo mi vida cada vez más cerca de Ti. Que tu Divina Providencia me acompañe a diario, y que tu Santa Sabiduría se me revele en cada momento del día. Ilumina mi intelecto y fortalece mi voluntad, para que no me aleje nunca de Ti.

AMÉN

Comentarios
Nombre:   Procedencia:
Comentario:
Código de seguridad:   captcha
Caracteres restantes: 1000