Evangelio lunes 9 de septiembre

Lunes 9 de septiembre de 2019 | Magdalena Fernández

9 de SEPTIEMBRE del 2019

Evangelio según San Lucas, capítulo 6, 6 – 11

Lunes de la Vigésima Tercera Semana del Tiempo Ordinario

Otro sábado, entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: "Levántate y quédate de pie delante de todos". Él se levantó y permaneció de pie. Luego les dijo: "Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada. Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.

"¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?"

Meditación de Magdalena Fernández Pérez

Jesús me dice: la fe no se basa en las reglas. Éstas son un lineamiento para poder llegar a lo que verdaderamente importa: el Amor. Si tu fe no empieza y termina en el Amor, es una fe vacía. Libérate de lo que te impida amar puramente. Observa cuidadosamente todo lo que tienes en tu vida: cosas, amigos, hobbies, costumbres, trabajo, etcétera. ¿Te acercan al Amor? Si no es así, ¿qué puedes hacer para cambiar esto? ¿Vale la pena seguir aferrándose a lo que no te hace crecer? La vida en este mundo es corta, no pierdas oportunidades de amar.

Puedo pensar en varias cosas que limitan mi capacidad de amar. Quiero juntar todas estas cosas, entregárselas al Señor y partir de nuevo. Resetearme, y volver a amar como una niña. Amar a Dios de la manera más pura posible, dejándome sorprender por cada pequeña cosa que me regala y reconociendo su presencia en el día a día. Amar a los otros, abierta a recibir lo que tengan para entregarme y enseñarme. Y amarme a mí, agradeciendo cada don que Dios quiso regalarme y cada pequeño avance que el Espíritu me ha permitido hacer.

Señor, son tantas las cosas que me alejan de Ti y de Tu Amor. Prejuicios, miedo a equivocarme, expectativas limitantes sobre otros y sobre mí misma, ideas erróneas de la fe, escrúpulos... Te lo entrego todo, y parto de nuevo. Llena mi corazón de Amor, para que pueda entregarlo a otros. Libérame de las complicaciones que este mundo tiende a presentar como necesarias, de la seriedad y restricciones propias de un "adulto sensato". Que mi corazón sea siempre el de una niña pequeña, que se sorprenda, ría y ame sin medida.

AMÉN

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