Evangelio martes 10 de mayo

Martes 10 de mayo de 2022 | Juan Francisco Bravo

10 DE MAYO DE 2022

Evangelio según San Juan capítulo 10, 22 – 30

Martes de la Cuarta Semana de Pascua

Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: "¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente". Jesús les respondió: "Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa".

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación

Es como si Jesús me dijera: "Celebra en ti la fiesta de la dedicación. Saca los ídolos falsos. Inicia en tu propia vida una revolución santa: una revolución que vuelva lo sagrado a la parte más alta de tu propio templo. Y para eso, conviértete en uno de los que creen. Sé una de mis ovejas, uno de aquellos que nadie arrebatará de mis manos. Recupera el lugar del templo que corresponde a Dios Padre, que es superior a todos y que es una sola cosa conmigo. Sé tú también una sola cosa con lo más sagrado. Renueva tu propia dedicación."

No me había fijado que este texto se da en medio de la fiesta de Janucá, que celebra la revolución de los macabeos, gracias a la cual se purificó el templo de los ídolos griegos. Es en este contexto que Jesús habla de su unión con el Padre y su propia unión con Dios. Me siento llamado a reconocer este poderoso punto que se me muestra: no solo se trata de purificar un templo -una tarea que sí me parece importante- sino que también de reconocer que esa purificación de ídolos falsos se realiza cuando reconozco mi unión con Cristo y, a través de Él, con Dios Padre.

Jesús, gracias por venir a mí a través de tu evangelio, y porque una y otra vez llegas con nuevas visiones y regalos para mí y mi corazón. Hoy quiero reconocerme como uno de los tuyos y pedirme que me regales que nada me arrebate de Ti y de tu Padre. Quiero ser de los que te reconocen. Quiero que tú estés en el templo de mi corazón y que nada pueda ensuciar este corazón que te quiero consagrar. Acéptalo y, aunque pareciera que no hay suficiente combustible para mantener la luz encendida, haz Tú en mí el milagro de producir nueva luz.

AMÉN

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