Evangelio martes 10 de noviembre

Martes 10 de noviembre de 2020 | Juan Francisco Bravo

10 de NOVIEMBRE del 2020

Evangelio según San Lucas, capítulo 17, 7 – 10

San León, Papa y Doctor de la Iglesia. Memoria Obligatoria

En aquel tiempo, dijo el Señor: Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"?. ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer. "

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

Hemos hecho lo que teníamos que hacer

Es como si Jesús me dijera: "Trabaja. Trabaja tranquilo. Trabaja concentrado. Deja de cultivar en ti esos pensamientos que te hacen ponerte por delante de tus hermanos, que te hacen sentir como si se te debiera tanto, que te recalcan lo mucho que se te debe. Así que, en vez de pensar en lo mucho o lo duro que trabajas, trabaja de verdad. Trabaja bien. Y relájate porque este trabajo es para ti. Es para que tú crezcas. Es en el trabajo donde vas a encontrarte contigo mismo y con tus hermanos. Y ahí, en el trabajo, donde además concretas y das cumplimiento a la forma en la que fuiste credo: a imagen y semejanza del Padre Dios."

En este texto me siento violentado. He aprendido y he caminado un rezo donde es muy importante que todos los del equipo sean tratados con consideración. Desde el más destacado al más anónimo. De hecho: especialmente el más anónimo. Entonces me molesta este trato de Jesús con los criados: me parece abusivo. Pero cuando busco en mi corazón experimento el amor de Jesús, un amor que ya está demostrado, que no necesita suavidades o gestos políticos para pedir y exigir lo que se debe. Y veo que yo, el servidor, tengo que concentrarme en hacer mi parte. Porque me desconcentro, me pierdo, me distraigo. Y debo hacerla bien.

Jesús: amigo y maestro, permíteme servirte con sencillez en mis tareas cotidianas. Quiero aprender a abandonarme al trabajo con más generosidad, con menos ego y con más espíritu de servicio. Perdón por creerme importante cuando lo que realmente importa es el amor que me das tú. Perdón por abandonarme a la ilusión que lo bueno que hay en mí es mío. Gracias por hacer maravillas en mí, y dame la sencillez para reconocer que esas maravillas hablan más de Ti que de mí. Hoy te ofrezco mi trabajo sencillo y concentrado. Permíteme que ese trabajo sea una forma de encontrarme contigo. Te ofrezco, además, rezar el magníficat que rezó tu madre cuando supo que te recibiría a Ti.

AMÉN

Comentarios
Nombre:   Procedencia:
Comentario:
Código de seguridad:   captcha
Caracteres restantes: 1000