Evangelio martes 13 de agosto

Martes 13 de agosto de 2019 | Francisco Bravo

13 de AGOSTO del 2019

Evangelio según San Mateo, capítulo 18, 1 – 5.10. 12- 14

Martes de la Décimo Novena Semana del Tiempo Ordinario

Los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?". Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian y no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre me recibe a mí mismo. Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial. ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre de ustedes que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños".

Meditación de Francisco Bravo Collado

"Les aseguro que si ustedes no cambian y no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos"

Es como si Jesús me dijera: "Tú das por sabidas las cosas que en algún momento fueron importantes para ti, como si lo tuvieras completamente dominado, cuando en realidad te falta mucho por aprender, por profundizar y por perseverar. Te comportas precisamente como aquello contra lo que yo te advierto: para que puedas entrar en el Reino de los Cielos debes aprender a ser como un niño. ¿Dónde está la sorpresa, la inocencia, el entusiasmo y la candidez que yo espero de ti?

Mi primera impresión ante este texto es decir: "sí, sí... la infancia espiritual... esa ya la leí." Es como si yo fuera un experto en estas cosas solamente porque las he pensado o me han impactado con profundidad cuando las medito. Pero, cuando reflexiono en mayor profundidad, me doy cuenta que no son temas que estén dominados. Por el contrario, son temas que están tremendamente pendientes y que hoy día son más vigentes que nunca en mi vida.

Jesús, perdón por pensar que estoy por sobre alguna de las cosas que tú me dices en el Evangelio. Hoy quiero aprender a mirar mi vida –y sobre todo mis capacidades- con mayor ingenuidad, sabiendo que no tengo las respuestas a la mayoría de las preguntas. Yo quiero ser un milagro de humildad, y reconocer con veracidad y transparencia cuánto dependo del amor del Padre Dios en el cielo y de cada cosa que él hace por mí. Dame, Jesús, la capacidad de ver mi propia pequeñez con serenidad y esperanza, sabiendo que no merezco nada pero que, precisamente por eso, Tú me quieres dar todo.

AMÉN

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