Evangelio martes 15 de septiembre

Martes 15 de septiembre de 2020

15 de SEPTIEMBRE del 2020

Evangelio según San Lucas, capítulo 7, 11 - 17

Martes de la Vigésima Cuarta Semana del Tiempo Ordinario

Nuestra Señora de los Dolores. Memoria obligatoria

52° Aniversario de la muerte del Siervo de Dios José Kentenich

Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: "No llores". Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: "Joven, yo te lo ordeno, levántate". El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo". El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.

Meditación de nuestro equipo.

El hijo único de una mujer viuda

Siento que Jesús me dice: "Esta historia, que para todos es tan hermosa, para ti es dolorosa y perturbadora. Te habla de tu propia historia, de tu propia libertad, de tu propio camino. No tiene que ver con la relación con tu madre, sino que con los roles que tú te has comprado para ti, y que, en realidad, no necesitas. Y te violenta porque sigues aferrado a roles que yo no puse en tu corazón. Por eso te molestas cuando asumes que yo resucito a un joven para su madre viuda. Mira con compasión tu propia perspectiva y date cuenta de qué motivos tienes tú, para qué vives y, sobre todo, para qué quisieras vivir a partir de ahora."

Me violenta este texto. Este hijo, resucitado para vivir por su madre, me hace pensar en el arquetipo de la madre devoradora: la esclavitud de un amor mal entendido; un doble espejo donde el hijo se martiriza y deja de vivir porque la madre, a su vez, se martirizó y dejó de vivir por él. Amor tóxico, manipulación. ¿Por qué Jesús resucitaría a alguien para eso? Pero cuando profundizo, abro mi corazón a otras opciones: tal vez para liberar; para que el hijo pudiera cortar ese lazo tóxico y dar un amor puro a su madre. Sin culpas, sin mordazas. Y que esa madre pudiera recibir el amor, también puro, sin remordimientos.

Jesús: gracias por mostrarme esta meditación que me incomodó tanto. Enséñame a reconocer en mí lo que me molesta en otros. Ayúdame a vivir mis propios lazos con libertad y generosidad. Muéstrame cómo seguir el camino que yo quiero tomar para mí, que es el camino que tú me muestras; y dame la fuerza para romper con las costumbres, los prejuicios y las expectativas que no me encaminan al destino que tú me estás proponiendo. Hazme fértil. Dame claridad en lo que quiero, y diligencia para trabajar inteligentemente en lo que me conduzca ahí. Que el Padre Kentenich que en un día como hoy partió al cielo, pida por mi conversión final.

AMÉN

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