Evangelio martes 17 de noviembre

Martes 17 de noviembre de 2020 | Juan Francisco Bravo

17 de NOVIEMBRE del 2020

Evangelio según San Lucas, capítulo 19, 1 - 10.

Martes de la Trigésima Tercera Semana del Tiempo Ordinario

Santa Isabel de Hungría, religiosa. Memoria Obligatoria

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador". Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más". Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

"Baja pronto"

Pareciera que Jesús nos dice: "Baja en seguida, porque voy a estar contigo. Tú, que buscas desde donde mirarme, y que sabes que has sido injusto, baja y pasa la tarde conmigo. Acógeme, dame algo que comer y déjame que me siente con los tuyos. Prepárame una pieza en tu casa, déjame entrar a tu espacio más cotidiano, estar donde comes y descansas, porque yo, a partir de ahora, voy a ser tu amigo; y tú estarás conmigo y serás de los míos para siempre."

Hoy día vemos cómo Jesús se invita a alojar a la casa de un desconocido. Por un lado es un honor, porque Jesús es el Cristo, el esperado de los tiempos; pero, por otro lado, también hay un montón de detalles domésticos que tuvo que atender Zaqueo al alojarlo: dónde va a dormir, cómo arreglar la pieza, hacer o no una comida especial. Igual en nuestra vida: el llamado de Jesús es un honor, pero también es un llamado a lo concreto y, por lo tanto, nos pide acciones concretas: muy cotidianas, muy domésticas. Ese es el desafío que me plantea este texto.

Jesús, amigo y maestro, cada vez que me he empinado para verte, tú me has llamado y me has dicho que te vas a quedar en mi casa. Y tengo que reconocer que me incomoda: tengo que cambiar mis cosas, dejarte mi pieza y dormir en otro lugar menos cómodo, ordenar para que te sientas acogido y prepararte una comida especial. Quítame esta actitud cómoda de seguir en mi metro cuadrado donde tú no estás, y acogerte no sólo en la calle y en las plazas, sino que también en mi casa y en mis cosas cotidianas.

AMÉN

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