Evangelio martes 22 de diciembre

Martes 22 de diciembre de 2020 | Juan Francisco Bravo

MARTES 22 de DICIEMBRE del 2020

Evangelio según San Lucas, capítulo 1, 46 - 55.

Semana antes de Navidad (22de DICIEMBRE)

María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz". Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre". María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

Mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz.

Siento que María me dice: "Canta conmigo las maravillas que ha hecho el señor en nosotros. Maravillas en mí y también en ti. Y no por separado, sino que en nosotros juntos. Ven, y vuelve a tu amor primero, y enamórate nuevamente de tu misión, que no es misión tuya solo, sino que es misión tuya y mía. Es un regalo que el Espíritu, mi esposo, puso en tu corazón, para que sirvas a mi hijo Jesús conduciendo hacia la mesa del Padre. Ven, que tú y yo tenemos mucho trabajo, y este trabajo es precioso y alegre, y va a fecundar y bendecir toda la tierra y a todas las personas que estén en tu camino".

Me sorprende eso que sintió María. Debo reconocer que esta felicidad que veo en el texto jamás la imaginé en ella. Mi visión de María siempre había sido, por un lado, de una niña inocente y pura, o bien, por otro lado, de una mujer recia y valiente. Me sorprende este texto, especialmente, cuando lo comparo con la profecía de Simeón, quien le dice que 'una espada le traspasará el alma'. Creo que María, en este texto, me llama a cantar con ella el magníficat. Me siento invitado a mirar la misión con más equilibrio. Con responsabilidad y sentido de urgencia, pero también con gratitud y alegría.

¡Madre, amiga, compañera! ¡Qué lindo encontrarme contigo cerca de Navidad! ¡Qué alegría ser una vez más tu aliado para construir un mundo nuevo! Bendíceme con tus manos maternales y cuenta conmigo en esta misión. Yo no puedo hacer nada sin ti. Y tú, sin mí, estás con las manos atadas. Cantemos juntos la grandeza del Señor, que ha hecho maravillas en nosotros. Bendice a través de mi trabajo y mi alegría a tu iglesia y a todos tus hijos. Bendice a mi familia, a mi mujer y a mis hijas. Hazme recio, servicial y fértil. Dame alegría en el servicio.

AMÉN

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