Evangelio martes 24 de Febrero

Martes 24 de marzo de 2020 | Juan Francisco Bravo

24 de MARZO del 2020

Evangelio según San Juan, capítulo 5, 1 - 16.

Martes de la Cuarta Semana del Tiempo de Cuaresma

Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua. Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: "¿Quieres curarte?". El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes". Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina". En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla". El les respondió: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y camina'". Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y camina?'". Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía". El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.

Juan Francisco Bravo Collado

"Es sábado, no te está permitido llevar tu camilla"

Es como si Jesús me dijera: "No hagas caso cuando algunos de tus hermanos pretendan indicar cuándo deberían producirse los milagros. El milagro se produce en el encuentro conmigo. Y no solo se refiere a sanaciones físicas, sino que también a salud espiritual, a volver a convertirte, a reencontrarte conmigo, a perdonar a tu hermano, a superar una pena que te tocó el centro del alma. Y tú tampoco vengas a determinar cuándo está bien o mal recibir un regalo de mi Padre. Los regalos se reciben y se agradecen."

Ante este texto me siento aliviado. Veo cómo muchas me pongo a mí mismo un nivel de presión que no necesito. Me estreso cuando considero que algunas cosas deberían haberse concretado antes. O bien, me aterro cuando algo resulta más rápido de lo que me resulta cómodo y tengo que acomodarme. Paso, como los fariseos, aferrándome a un canon de tiempos que me inventé yo mismo y que no admite la sorpresa ni el regalo de la Providencia. Cuando llegan los milagros, en vez de agradecerlos como corresponde, me pongo a juzgar por qué me resultan inconvenientes.

Jesús, perdóname porque actúo como fariseo en mis propias cosas. Enséñame a ser más agradecido y más sencillo frente a los regalos que me das. Gracias por ellos. Gracias por enviarlos en el momento en que los envías, aunque yo considere que me resultan inoportunos. Gracias porque lo que me incomoda en realidad es una lección que me sirve para aprender a ponerme disponible para ti. Dame la sabiduría para reconocer las oportunidades de entrega y de crecimiento que me das.

AMÉN

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