Evangelio martes 31 de agosto

Martes 31 de agosto de 2021 | Juan Francisco Bravo

31 de AGOSTO del 2021

Evangelio según San Lucas, capítulo 4, 31 - 37.

Martes de la Vigésima Segunda Semana del Tiempo Ordinario

Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza; "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: "¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!". Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado.

Jesús me dice: "Tú también enseña como si tuvieras autoridad. Y cuando te digo esto no quiero que seas consciente de tu autoridad y dejes de poner cortapisas y seguros para que tu autoridad no tenga poder. Quiero que sí tengas autoridad. Quiero que sí digas lo que crees que debes decir y que no te inventes mordazas que yo no te pongo. Y que, al mismo tiempo, si tienes miedo, si te sientes inseguro, si te avergüenzas... que explores ahí dentro, en esa pena, esa vergüenza, esa culpa. Porque es precisamente ahí donde tienes que encontrar lo que debes mirar, lo que debes aprender y donde encontrarás la fuente de tu autoridad."

Cuando leo este texto me siento invitado a hacer como Jesús y enseñar con autoridad. Pero mi mente no lo soporta: hace cortocircuito. Algo en mí busca desesperadamente alguna forma de retrucar este mensaje para que diga algo como: "autoridad, pero con cuidado." Porque me he convencido a mí mismo que no debería enseñar nada, y menos hacerlo con autoridad. Me tragué el cuento de que la autoridad es mala, despótica, egoísta y abusiva. Y, por otro lado, veo que hay algo en mí que me avergüenza y me inseguriza tanto que no quiero exponerme ante mis hermanos.

Jesús, gracias por venir a enseñarme con autoridad. Gracias porque en esta meditación has profundizado muy dentro de mi corazón, de mis penas y de mis aspiraciones. Quiero regalarte mi candidez y mis ganas de servir contigo. Quiero pedirte que me des serenidad y valor para profundizar en aquellas áreas mías que me aterran, y que se manifiestan en el mundo exterior como cosas que rechazo. Muéstrame cómo reconocerlas y acogerlas en mí para reconocerlas y acogerlas ante mi prójimo.

AMÉN

Comentarios
Nombre:   Procedencia:
Comentario:
Código de seguridad:   captcha
Caracteres restantes: 1000