Evangelio martes 31 de diciembre

Martes 31 de diciembre de 2019 | Juan Francisco Bravo

31 de DICIEMBRE del 2019

Evangelio según San Juan, capítulo 1, 1 - 18

Martes Día Séptimo de la Octava de Navidad

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo". De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

Meditación de Francisco Bravo Collado

Todas las cosas fueron hechas por medio de la palabra

Jesús me dice: "Amigo, hermano: te veo tan complicado con este texto críptico y profundo. ¡Cómo te gusta enredar lo que es sencillo! Mi invitación, como siempre, es simple: honra la palabra. Vienes de ella de formas misteriosas que, tal vez, algún día puedas entender. Pero no estás aquí para entender, sino que para ser y para hacer. Y tú puedes crear a través de la palabra. Por eso: respeto. Usar la palabra para la verdad, para servir, para explorar, para preguntar. Y reconocer cuando la usas mal: cuando tergiversas, acomodas, ocultas. Cuando dominas por la palabra, cuando manipulas por la palabra. Por eso, nuevamente: respeto.

Me desconcierta esta frase. Todo viene de la palabra. Mi primer impulso es lanzarme con elucubraciones filosóficas enredadas, desenmarañar la madeja de este texto tan atractivo y tan críptico. Como si fuera un concurso donde yo puedo ganar dando explicaciones que otros no habían sido capaces de dar. Y veo que, precisamente, la invitación es a lo contrario: es a usar la palabra con responsabilidad y respeto. Con veneración. No hablar de más, no mentir, no manipular. Hablar en sencillo y en simple: se dice como se cree que es. Y conformarme con eso.

Jesús, tú siempre me sorprendes. Tú haces nuevas todas las cosas. Y ahora, en esta meditación del logos, que siempre me ha gustado tanto, la vuelves sencilla y humilde. Enséñame a cuidar mi palabra. Porque Tu eres la Palabra. Enséñame la templanza, de manera que pueda ejercer con dominio, responsabilidad y cariño el poder que se me da con ella. Que pueda expresarme bien, sin equívocos; pero que sobre todo pueda escuchar bien, con el corazón abierto y con ganas de aportar.

AMÉN

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