Evangelio martes 7 de mayo

Martes 7 de mayo de 2019 | Francisco Bravo

7 de MAYO del 2019

Evangelio según San Juan, capítulo 6, 30 - 35

Martes de la Tercera Semana del Tiempo de Pascua

La gente preguntó a Jesús: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: 'Les dio de comer el pan bajado del cielo'". Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo". Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed".

Meditación de Francisco Bravo Collado

Señor, danos siempre de ese pan

Jesús me dice: Tú quieres encontrar en mí la fuente de vida que sacie tu sed. Tú quieres encontrar en mí el pan de vida que calme tu hambre. Ven a mí, que te doy un alimento y una bebida que no te dará más hambre ni sed. Me da pena verte afanando por tantas cosas que nunca te va a llenar completamente. Me sorprende cómo te aferran a cosas tan nimias. Sigue afanando, pero no por los aplausos o las riquezas del mundo, sino que por servir a tus hermanos.
Pienso en mi trabajo, y en cómo siempre estoy con hambre y sed de más: mejores negocios, proyectos más interesantes, mejores resultados, mejor sueldo, más prestigio profesional. Simultáneamente veo con cuanta claridad la Providencia me ha exigido que agache mi cabeza y haga mi trabajo de la mejor forma posible. Me siento confundido. Por un lado, quiero que mi verdadera fuente de vida sea Jesús. Por otro lado, veo que debo ser competente y hacer mi trabajo tan bien como pueda.
Jesús, Señor mío, qué bueno que vuelvas una y otra vez a ofrecerme la oportunidad de ponderar el orden en el que pongo mis prioridades. Muéstrame el camino que me lleve a la mesa de tu Padre, donde estás tú que eres el pan de vida. Ayúdame a no quedarme esclavizado de las cosas que tú me has regalado y que, siendo buenas, muchas veces me gustan tanto que me hacen perder el rumbo hacia ti. Regálame trabajar sin descanso por mis hermanos, para que mediante mi trabajo pueda encontrar tu rostro y servirte en ellos.

AMÉN

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