Evangelio miércoles 20 de enero

Miércoles 20 de enero de 2021 | Osvaldo Andrés Iturriaga

20 de ENERO del 2021

Evangelio según San Marcos, capítulo 3, 1 - 6.

Miércoles de la Segunda Semana del Tiempo Ordinario

Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: "Ven y colócate aquí delante". Y les dijo: "¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada. Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.

Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos

"Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada"

Siento como si el Señor me dijera: "no te preocupes por lo que ocurre alrededor tuyo. Si vez que en torno a ti reinan la desconfianza, los juicios, la incapacidad de escucharse, la negación a salir de las propias estructuras... tú sólo sigue mi voz. Cree en mí, y podré actuar en ti y sanarte de lo que te aqueja. No te desalientes: sólo aférrate a mí, mantén tu vista elevada hacia mí, yo te sostendré sin importar el día ni la hora, en mi cercanía tendrás siempre paz y tranquilidad.".

Con frecuencia me rebelo con las actitudes "fariseicas" dentro de nuestra sociedad y sobre todo dentro de nuestra Iglesia. Me desanima la rapidez con la que se condena al otro, al que según nuestro criterio no es "correcto" o no "cumple las reglas". Siempre me ha sorprendido que ese tipo de arrogancia es el único pecado contra el que Jesús se "indigna". Pero al mismo tiempo, al permitirme juzgar a otro como "fariseo", caigo en la misma soberbia que yo critico. Siento que hoy Jesús me llama a ser como el hombre con parálisis, que simplemente hace lo que el Señor le pide, sin cuestionar ni juzgar al resto.

Querido Señor, gracias por recordarme que viniste a buscar a los humildes, mansos y pequeños. Ayúdame a despojarme de todo lo que me aleja de ti, y que me impide ver a los demás como verdaderos hermanos: mi ego, mi afán de reconocimiento, mis ganas de tener la razón. Enséñame a vaciarme de mí mismo, para pueda entrar en mí tu Espíritu, y así pueda aprender a verdaderamente amar a mis enemigos, a devolver amor a aquellos que me hacen daño. Tómame en tus manos y utilízame como instrumento de paz en estos tiempos tan difíciles.

AMÉN

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