Evangelio miércoles 28 de octubre

Miércoles 28 de octubre de 2020 | Osvaldo Andrés Iturriaga

28 de OCTUBRE del 2020

Evangelio según San Lucas, capítulo 6, 12 - 19

Fiesta de los Santos Simon y Judas, Apóstoles y Mártires

En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos..

Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos

"Salía de él una fuerza que sanaba a todos"

Siento como que Jesús me llamara por mi nombre y me dijera: "tranquilo, yo estoy contigo. Yo tengo el poder de sanarte, de curar eso que te duele, de consolar esa pena que te aflige, de quitarte ese cansancio que te agobia, de liberarte de aquello que te esclaviza y que te impide vivir en plenitud. Sólo tienes que salir de ese lugar lejano donde estás, y venir a mí, estar cerca de mí. Mi fuerza viene del Padre, que te ama y quiere que seas feliz, sin miedos ni ataduras".

Pienso en esas personas contemporáneas a Jesús que salieron desde sus ciudades a buscarlo, para tocarlo y estar cerca de él, y pienso "qué ganas de estar ahí, viendo a Cristo físicamente". Y con eso, me doy cuenta de lo mucho que me cuesta ver a Jesús presente ahora en el mundo: en mi prójimo, en la Eucaristía, en el testimonio de tantos, incluso en mi propia oración. ¡Qué distinta sería mi vida, cuánta paz sentiría, si me abriera a sentir la presencia permanente y la cercanía de Jesús!

Querido Señor Jesús, sé que tú tienes el poder de sanarme, de acogerme, de abrazarme. Lo he sentido tantas veces, y sin embargo me olvido; dejo que el ajetreo de cada día, la superficialidad y las banalidades me agoten y me quiten el tiempo de estar contigo, de contemplarte. Ayúdame a traducir esta sed de ti en obras concretas, para encontrarme contigo en la oración, abrir mi corazón para notarte en las personas que pones en mi camino día a día. Como los apóstoles que llamaste por su nombre, quiero escuchar tu llamado y ser un instrumento de tu paz y amor en el mundo, en mi país, en mi familia.

AMÉN

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