Evangelio miércoles 30 de septiembre

Miércoles 30 de septiembre de 2020 | Osvaldo Andrés Iturriaga

30 de SEPTIEMBRE DEL 2020

Evangelio según San Lucas, capítulo 9, 57 - 62

Miércoles de la Vigésima Sexta Semana del Tiempo Ordinario

San Jerónimo. Presbítero, Doctor y Padre de la Iglesia. Memoria obligatoria
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: "Te seguiré adonde vayas." Jesús le respondió: "Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza." A otro le dijo: "Sígueme." Él respondió: "Déjame primero ir a enterrar a mi padre." Le contestó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios." Otro le dijo: "Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia." Jesús le contestó: "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios."

Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos

"Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios."

Siento como que el Señor me dijera: "si quieres seguirme de verdad, debes hacerlo sin poner condiciones, ni tampoco anteponer tus propias prioridades a la voluntad del Padre. Si quieres realmente anunciar el reino de Dios, esto te traerá muchas veces la incomprensión del mundo, el cual te dará siempre buenas justificaciones para no seguirme plenamente. ¿Quieres seguir los criterios mundanos, o los que te propongo yo?" Hijo, no te asustes de hacer la voluntad del Padre y seguirme a Mí.

Siempre me ha costado mucho comprender este pasaje del Evangelio, que me parece tan duro. ¿Es que, si quiero seguir a Jesús, tengo que dejar botada a mi familia, sin siquiera despedirme? Imagino que esto tiene que ver con aprender a cultivar el desapego a lo material: a que nuestros vínculos -muchos de ellos, muy queridos por Dios- no se transformen en cargas que nos quiten libertad. O peor aún, que se conviertan en pequeños ídolos en torno a los cuales comienza a girar todo lo que hacemos, dejando al Señor en un lugar accesorio de nuestras vidas.

Querido Señor, sé que si me llamas a entregarme completamente, no es por quitarme mi libertad, sino justamente para liberarme de todas las cosas superfluas que me alienan y me esclavizan; para cultivar vínculos sanos y no posesivos con las personas o los bienes materiales. Ayúdame a buscar siempre tu voluntad, para aprender a distinguir entre aquello que me acerca a Ti y lo que me encierra en mí mismo. Enséñame a conocerte cada vez más, para que mis criterios se asemejen siempre a los tuyos y pueda llevarte a cada lugar que voy.

AMÉN

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