Evangelio miércoles 6 de mayo

Miércoles 6 de mayo de 2020 | Osvaldo Iturriaga

6 de MAYO del 2020

Evangelio según San Juan, capítulo 12, 44 - 50

Miércoles de la Cuarta Semana de Pascua.

Jesús exclamó: "El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió.Y el que me ve, ve al que me envió. Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas. Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día. Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar; y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó".

Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos

"Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo".

Siento como si el Señor me dijera: "si yo mismo no he venido a juzgar al mundo, sino a salvarlo, ¿por qué tú, con tanta frecuencia, te constituyes en juez de los demás?" El único juez es el Padre, quien conoce lo profundo del corazón de la humanidad, de cada persona. Él es quien ve en lo secreto; tú, en cambio, solo vez una fracción mínima y superficial de las cosas. En lugar de juzgar a tu prójimo, sé testimonio viviente de mi salvación y de mi amor".

Qué tiempos tan difíciles son estos para mantenernos mansos de corazón. Con qué facilidad caemos en la tentación de no sólo juzgar, sino de hacer escarnio público de aquel que actúa u opina distinto a nosotros. Qué fácil y hasta cómodo es hacerse parte del coro que apedrea o crucifica a cierto personaje porque -a ojos de nuestro rebaño- cometió un error, fue inconsecuente, fue un tonto. Me avergüenzo de sorprenderme a mí mismo muy seguido en esta actitud, la cual yo mismo considero tan dañina. Quisiera ser instrumento de paz, pero como dice San Pablo, termino haciendo el mal que aborrezco, en lugar del bien que anhelo.

Señor, te pido la gracia de ser manso y humilde de corazón. Gracias por recordarme que yo no soy mejor que nadie, que soy tan o más débil que cualquiera, y que sólo Dios es juez; que yo estoy llamado a ser hijo e instrumento. Dame la gracia de mirar a cada persona con tus ojos, que no buscan juzgar, sino salvar y amar, rescatando lo noble y genuino de cada persona, y no sus defectos. Que mis palabras y acciones sean testimonio de la Verdad, y no alimento de odiosidades y desconfianzas.

AMÉN

Comentarios
Nombre:   Procedencia:
Comentario:
Código de seguridad:   captcha
Caracteres restantes: 1000