Evangelio sábado 14 de marzo

Sábado 14 de marzo de 2020 | Gonzalo Manzano

14 de MARZO del 2013

Evangelio según San Lucas, capítulo 15, 1 - 3.11b - 32

Sábado de la Segunda Semana del Tiempo de Cuaresma

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: ´Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. Él le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Padre, dame la parte de herencia que me corresponde"

Jesús parece decirme: En verdad todo lo mío es de ustedes, porque los amo de todo corazón. Realmente, lo que ustedes me pidan les será dado, porque Yo sólo quiero su felicidad. Pero también tienen que saber que Yo sé lo que realmente quieren sus corazones, y lo que en verdad necesitan para ser plenos y verdaderamente felices. Si acercaran más sus oídos a mi Corazón, podrían poco a poco conocer lo que les hace felices, y distinguirlo de aquello que tiene la apariencia de felicidad para ustedes, pero que en realidad sólo los aleja de Mi.

Cuando leo esta parábola, siempre me da la impresión de que no necesito leerla, porque es tan conocida, que casi podría ser recitada de memoria. Pero con el solo hecho de rechazar ese primer impulso, y darme el tiempo de leerla, de recibir esta Palabra, de inmediato se acusa la verdad del Mensaje de Jesús, ese mensaje que hoy necesitaba oír. Porque siempre estoy pidiendo, y cuántas veces esa misma actitud que me hace no leer, me hace exigir más que pedirle al Padre. Me avergüenzo de esa forma de dirigirme a mi Padre. Luego, solo me queda recapacitar y volver como el Hijo Pródigo, contrito y arrepentido.

Señor Jesús, necesito pedirte perdón porque soy tan ingrato contigo. Me lo has dado todo, y yo siempre ando viendo el vaso medio vacío, y nunca me contento con la inmensa cantidad de regalos que me das. E incluso, con todos esos regalos, a través de tu Madre sigues prodigando bendiciones, en cumplimiento de nuestra Alianza con ella. Te pido perdón por esta ingratitud, y te agradezco que sigas viendo mi fe en vez de ir contando mis pecados. Te pido más de ella para que así cada vez menos sean visibles mis faltas, y que pueda convertirlas en ocasión de crecimiento.

AMÉN

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