Evangelio sábado 14 de septiembre

Sábado 14 de septiembre de 2019 | Gonzalo Manzano

14 de SEPTIEMBRE del 2019

Evangelio según San Lucas, capítulo 6, 43 - 49

Sábado de la Vigésima Tercera Semana del Tiempo Ordinario

Jesús decía a sus discípulos: No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla su boca. ¿Por qué ustedes me llaman: "Señor, Señor", ¿y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquél que viene a mí, escucha mis palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la inundación, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida. En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande.

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón"

Jesús parece decirme: El bien es un tesoro que les hemos regalado a cada uno de ustedes. Tú eres partícipe de esa bondad sólo por el hecho de ser hijo del Padre. Pero ojo, que no basta con sólo tenerla, sino que hay que ejercitarla, y regalarla a los demás. El verdadero amor está en ser bueno y serlo para todos los demás. El bien se regala porque así nace del corazón, pero es muy fácil guardarlo sólo para ustedes. Acostúmbrense a regalarlo y enseñen a hacerlo, ahí está el apostolado.

Este mundo se preocupa de absorber todas nuestras energías y atención para que no reparemos en esta verdad: todos tenemos esa bondad, porque es parte de nuestra dignidad humana. Y sin embargo, la ejercemos, disfrutamos y compartimos tan poco. Si de verdad viviéramos practicando este don de Dios, el mundo sería otro, lleno de semillas de bien que florecerían mientras entre todos nos preocupamos por cuidarlas. Porque el reino se construye de a poco desde el fondo del propio corazón.

Señor Jesús, hoy te pido la lucidez para poder verte en el mundo. Tú que eres pura bondad, que completas los corazones con amor puro, para que lo repartamos al prójimo, no permitas que me cieguen las preocupaciones cotidianas, sino que pueda hacer de ellas una ocasión para, practicar tu don, y así hacer de él un hábito que, como tu Madre María, haga sonreír a muchos otros que se han dejado enceguecer. Madre querida, te regalo el esfuerzo de ser un hombre que busca ese bien, para que tú lo utilices como Capital de Gracias desde tu Santuario.

AMÉN

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