Evangelio sábado 21 de marzo

Sábado 21 de marzo de 2020 | Gonzalo Manzano

21 de MARZO del 2020

Evangelio según San Lucas, capítulo 18, 9 - 14

Sábado de la Tercera Semana del Tiempo de Cuaresma

Y refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola: "Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas'. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!'. Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado".

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Te doy gracias porque no soy como los demás hombres"

Jesús parece decirme: Tranquilo. Tú crees que eres de una línea, pero muchas veces esa línea se curva o se pierde en el camino. Otras veces miras en menos a otros, o los juzgas, pensando que estás en posición de hacerlo, cuando en realidad sólo Yo estoy en esa posición. Claro que esas formas de pensar no están bien, porque por eso mismo rechazaba el actuar de los fariseos; pero también veo que tú buscas mejorar en tus propias pequeñeces y debilidades. No justifico aquellas faltas, pero tampoco te condeno. Sí te invito a hacer un hábito de la revisión de esas actitudes, para que tarde o temprano, mejores en esto.

Me duele conmigo mismo el caer en estas soberbias. ¿Cuántas veces dejo de reconocer mi posición de igual con cualquier persona, y creo que tengo posición suficiente para condenar o rechazar a alguien? Creo que nadie tiene esa posición superior, ni siquiera jueces o autoridades, ya que las condenas que ellos dan sólo se basan en las reglas que como sociedad nos hemos dado. Sólo Él tiene la verdadera autoridad, y debo reconocerla siempre, pero me cuesta superar ese Pecado Original, y ubicarme en la posición de hijo de Dios, ni más ni menos. Sé que no es imposible, pero es un músculo que hay que entrenar.

Señor Jesús, aleja de mi mente, mi corazón y mis acciones, esa actitud farisaica. No dejes que sucumba a la sutil tentación de sentirme más que mis hermanos, sino que siempre pueda reconocer aquello que me aleja de Ti. Dame por favor un corazón humilde, para ir pisando firme pero tranquilo el camino que me propones en esta Cuaresma, y así logre acompañarte en la Cruz. Sólo Tú puedes convertir mi alma, Señor, para responder a esto, y de verdad, mi corazón lo anhela, pero mi pequeñez humana me lo impide día a día. Cura, Señor, esta manía mía de fallarte en esto, para glorificarte con humildad.

AMÉN

Comentarios
Nombre:   Procedencia:
Comentario:
Código de seguridad:   captcha
Caracteres restantes: 1000