Evangelio Sábado 22 de febrero

Sábado 22 de febrero de 2020 | Gonzalo Manzano

22 de FEBRERO del 2020

Evangelio según San Mateo, capítulo 16, 13 - 19

Sábado de la Sexta Semana del Tiempo Ordinario

Fiesta de la Cátedra del Apóstol San Pedro

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

Meditación de Gonzalo Manzano González

"¿Quién dicen que soy?"

Jesús parece decirme: ¿Quién soy Yo para ti? Seguro que piensas que soy Dios, pero ojalá no aquella figura lejana o abstraída de tu propia realidad. Estoy en medio del mundo, en el corazón de los hombres, aunque tus sentidos no puedan percibirme. ¿Cómo harías para darte cuenta de que habito en el mundo, si por ejemplo dos o tres se reúnen en mi nombre? Claro que la fe importa para que esté entre ustedes, porque es la fe la que los hace reunirse. ¿Dónde más? En la creación, claro. la tierra comparte la esencia de su creador. ¿No te das cuenta dónde más? Habito en tu corazón, y en él me regocijo cuando miras tu interior.

Cristo es mi Amigo, es mi Maestro, mi Confidente y mi Guardián. Es a quien le hablo cuando hablo solo, e incluso me oye conversando conmigo mismo. Con él no tengo secretos, ya que comparte con mi alma lo que pienso, digo y hago o dejo de hacer. Me alegra sobremanera, porque así nunca estoy solo en realidad, pero también me entristece mi enorme torpeza, porque sabiendo que Él está conmigo, yo no hablo con Él, u omito el reconocerlo como presente, o no reparo en que Él sólo quiere compartir mi vida conmigo, y que está esperando que yo lo haga partícipe de mi vida.

Señor Jesús, gracias por esta enorme revelación. Has transformado la revelación lejana y ajena de Pedro, hecha hace casi dos mil años, en una revelación personal, íntima y cargada de sentido. Ya no tengo derecho a sentirme solo, ni a alegar que Tú no estás conmigo, porque sé que me acompañas, y que compartes conmigo literalmente todo. Gracias Señor por esa compañía, por leer nuestro libro juntos, ver películas, trabajar a mi lado, abrazar a mi familia, reírnos juntos y llorar de a dos. Gracias por ser mi Salvador, por amarme tanto y por reconfortar mi corazón gratuitamente, sólo para que seamos felices juntos.

AMÉN

Comentarios
Nombre:   Procedencia:
Comentario:
Código de seguridad:   captcha
Caracteres restantes: 1000