Evangelio sábado 26 de diciembre

Sábado 26 de diciembre de 2020 | Gonzalo Manzano

SABADO 26 de DICIEMBRE de 2011

Evangelio según San Mateo, capítulo 10, 17 - 22.

Fiesta de San Esteban, diácono, primer mártir del cristianismo

Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento"

Jesús parece decirme: No estás solo, queridísimo hijo. Yo voy contigo. Di mi vida por ti, y de verdad la aprecio, por lo que no te dejaré caer por cosas menores. Sólo tú tienes el poder de alejarte de Mi, y eso sólo porque así lo quiero Yo. Te pido que des testimonio de Mi porque Yo mismo daré testimonio de ti ante mi Padre, y porque te amo, y te quiero conmigo, a mi lado en la Eternidad. Quisiera que me eligieras siempre, pero también te quiero eligiendo libre, para que tu elección sea realmente tuya, y sea sincera, auténtica. No te preocupes de lo demás, que Yo esteré contigo, hasta el fin de los tiempos.

Esta frase me conmueve, sobre todo porque muchas veces he experimentado la verdad de sus palabras. Es asombroso cómo es que el Espíritu me acompaña cuando estoy llamado a dar testimonio de Él. Es muy reconfortante dar cuenta de mi fe sabiendo que no son inventos míos, ni cuentos aprendidos de mis papás, sino que realmente es Dios quien me acompaña. Me alegra saber que Él no me deja solo, y que realmente me quiere ver feliz, no necesariamente en esta vida efímera, aunque incluso en ella me quiere feliz, sino que me espera con los brazos abiertos en la siguiente vida.

Señor Jesús, te agradezco de corazón la gratuidad de tu amor. No he hecho nada para merecerlo, y Tú bien sabes que así es. Por eso, mi gratitud es inconmensurable, porque sé que ese amor no nace de algo que yo haya hecho, sino que sólo nace de Ti, que me lo ofreces gratuitamente. Quiero ser merecedor de tal amor, porque en verdad no puedo más que responder a él, pero me desalienta la fragilidad de mis convicciones, la tibieza de mi espíritu, que a la primera de problemas claudica o se deja llevar por las apariencias que el Mentiroso pinta como necesidades fundamentales. Dame claridad para siempre elegir por Ti.

AMÉN

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