Evangelio sábado 30 de enero

Sábado 30 de enero de 2021 | Gonzalo Manzano

30 de ENERO del 2021

Evangelio según San Marcos, capítulo 4, 35 – 41.

Sábado de la Tercera Semana del Tiempo Ordinario

Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla". Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?". Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".

Meditación de Gonzalo Manzano González

"¿Por qué tienen miedo?"

Jesús parece decirme: Es natural que ustedes tengan miedo. El miedo viene sobre las cosas que no conocen. Tiene que ver con que no saben lo que les depara el mañana, o el instante que sigue. No saben si les irá bien en tal reunión, o si saldrá todo como pensaban en un viaje o aventura. Pero la pregunta del por qué. viene derechamente porque creen que en esa incertidumbre ustedes van solos. Por el sólo hecho de existir, ustedes son amados por mi Padre, por el Espíritu y por Mi. ¿Si cuido de los animales y las plantas para que no les falte nada, por qué habrá de ser distinto con ustedes? Confíen en Mi, con eso basta y sobra.

Cristo se pasó una vida entera llamándonos a creer. Jamás quiso imponernos nada, y siempre nos invitó a dar los pasos que nos acercan más a Él, sin obligarnos, en el respeto de la libertad que nos dio al pensar en nosotros. Abrazo esa libertad como el mayor regalo que Dios nos pudo haber dado, y también reconozco que depende de nosotros el acercarnos a Él, que nos espera siempre con los brazos abiertos, como el padre del hijo pródigo. Pero, por mucho que lo reconozca, no me cabe en la cabeza que derechamente es así, y me dejo llevar por el miedo, o me angustio, sobre todo por no ser capaz de mirar las cosas en la perspectiva de Dios.

Señor Jesús, no soy digno de tu Amor, porque soy mezquino y reservado. Podría acercarme a Ti, y definitivamente vivir más feliz, feliz de verdad, pero mi pequeñez me hace desconfiar. Me pena esa falta de amor hacia Ti, que me lo has dado todo. Sólo quiero responder a tu Amor, y no dejarme arrastrar por lo corto de vista que soy. Es como si estuviera en una caja que no me deja ver más allá de mis sentidos, y en medio de esa oscuridad, sólo veo las rendijas de la luz que se cuela por la tapa. Abre esa caja donde estoy, Señor, que añoro la luz que me ofreces, que sólo soy incapaz de abrirla.

AMÉN

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