Evangelio sábado 4 de septiembre

Sábado 4 de septiembre de 2021 | Gonzalo Manzano

4 de SEPTIEMBRE del 2021

Evangelio según San Lucas, capítulo 6, 1 - 5

Sábado de la Vigésima Segunda Semana del Tiempo Ordinario

Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. Algunos fariseos les dijeron: "¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?". Jesús les respondió: "¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?". Después les dijo: "El hijo del hombre es dueño del sábado".

Meditación de Gonzalo Manzano González

"El hijo del hombre es dueño del sábado"

Jesús parece decirme: Las reglas que han creado ustedes, la tradición, es buena, porque les ayuda a recordar que el verdadero fondo de todo lo que hacen está lleno de Mí. Si van a misa los domingos, es porque es bueno santificar ese día para estar recogidos alrededor mío. Pero lo único que justifica toda esa tradición es precisamente que Yo estoy en medio de ella. Si ustedes me sacan de ella, carece de sentido toda costumbre, y se vuelve estéril, no educa ni recuerda nada. No eviten la tradición porque sí, sino que evítenla cuando no me tenga a Mí como sustento.

Cuántas veces me he sorprendido escuchando una prédica donde termino preguntándome "¿y dónde está Cristo en todo esto?" Creo que cuestionarme estas cosas es muy sano, no por intentar evitar cumplir con algún precepto, alguna regla de la Iglesia, sino que así puedo interiorizarme en por qué la Madre y Maestra señala tal o cual cosa. Ese por qué es fundamental, porque para mí encontrarlo enraíza la costumbre en mi corazón, y me hace, por ejemplo, necesitar ir a misa los domingos, y no que sea una obligación. Me encanta eso porque justifica personalmente el motivo por el que quiero seguir a Jesús con acciones.

Señor Jesús, no te sigo porque me lo inculcaron mis papás o lo que me entregó el colegio, ni lo que viví en mi juventud, sino que lo hago porque de verdad me nace del corazón. Intento seguirte, escuchar tu Mensaje con todos mis sentidos, y si bien a veces fallo o dejo de hacerlo por dejadez o por poner mi atención en otras cosas mundanas, reconozco también que no ando tan lejos de Ti, o al menos, te tengo como norte para caminar, independiente de qué tan lejos esté. Quiero caminar de la mano de tu Madre para alcanzarte, y compartir el trigo que tus amigos frotaron para comer contigo.

AMÉN

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