Evangelio sábado 7 de septiembre

Sábado 7 de septiembre de 2019 | Gonzalo Manzano

7 de SEPTIEMBRE del 2019

Evangelio según San Lucas, capítulo 6, 1 - 5

Sábado de la Vigésima Segunda Semana del Tiempo Ordinario

Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. Algunos fariseos les dijeron: "¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?". Jesús les respondió: "¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?". Después les dijo: "El hijo del hombre es dueño del sábado".

Meditación de Gonzalo Manzano González

"El hijo del hombre es dueño del sábado"

Jesús parece decirme: Las formas importan, sobre todo porque les ayudan a ustedes a generar hábitos, lo que les facilita la realización de las cosas. Pero la forma no podrá nunca superponerse al fondo, y es que la forma carece de todo sentido si no tiene un motivo en el fondo que la genera. La tradición es importante, pero nunca lo será más que el Amor a Mi y al prójimo. Que sus esfuerzos por seguir la regla sean por amar más y no solamente por cumplir.

Hace unas semanas, nuestro asesor en la rama de familias nos comentaba que no entendía por qué la gente le preguntaba si tal fiesta de la Iglesia era con misa de precepto o no, o si la misa "le valía o no" por la del domingo. Él no entendía cómo la gente en vez de ir por amor a Dios, iban porque había que cumplir. Encuentro tan mezquina esas preguntas, donde bien podemos dedicar horas a una película, pero somos incapaces de regalarle a Dios menos de una hora a la semana.

Señor Jesús, sabes bien que disfruto de acompañarte en misa, y así y todo no frecuento los sacramentos tanto como quisiera. Me doy cuenta que lo necesito, y que sería muchísimo más feliz, incluso más que ahora, si me regalara a mí mismo un tiempito más contigo. Pero también veo que en mi casa me necesitan para apoyar a mis hijos y relevar a mi señora. De pronto, ellos y mi esfuerzo real por hacerlos felices es una forma de eucaristía, viviendo en plenitud el sacramento del matrimonio. Que ese sea mi Capital de Gracias.

AMÉN

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