Evangelio viernes 1 de octubre

Viernes 1 de octubre de 2021 | Alejandra Castelblanco

1° de OCTUBRE del 2021

Evangelio según San Lucas, capítulo 10 , 13 - 16

Viernes de la Vigésima Sexta Semana del Tiempo Ordinario

Santa Teresa del Niño Jesús, Virgen y Doctora de la Iglesia.

¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió".

Meditación de Alejandra Castelblanco de Prieto

"Ay de ti"

Jesús parece decirnos: esta dura frase más que un reto es una oportunidad. Los quiero invitar a mirar todos los milagros que se han realizado en su vida desde su nacimiento hasta ahora. Seguro que se les hará difícil. Los milagros cotidianos no son tan espectaculares como ver levantarse a un paralítico o que un ciego recupere la vista. Los milagros en sus vidas, tienen relación con la armonía en la familia, la alegría de lo pequeño, la sencillez de los niños.... Vuelvan su mirada al interior y anímense a enumerar los milagros y por lo tanto, la presencia de mi Padre en cada etapa de sus vidas.

Cuando leí la frase, la sentí como un reto, como si Jesús me dijera que basta de quejarse. Pero al darle una vuelta y ver que Jesús no me está retando, sino que me está dando la oportunidad de reconocer su paso en mi vida, lo que me provoca es un sentimiento de gratitud enorme. Tuve una infancia maravillosa, gozada a concho. Y veo la realidad de tantos niños que sufren que no me queda más que agradecer. Los problemas que he tenido, he podido solucionarlos. Eso también lo considero un regalo, salir fortalecida y más madura cada vez que la cruz se ha puesto más pesada. En dos palabras: puro agradecer.

Querido Señor: gracias, mil gracias por nacer en una familia cariñosa y preocupada con amor por cada uno. Gracias por una juventud sana, llena de amigos y momentos felices. Gracias infinitas por conocer a Pablo y formar juntos nuestra querida familia. Gracias por vivir rodeada de mis papás y mis hermanas, por tener una vida rodeada de naturaleza, pajaritos, flores, que me hacen reconocer tu presencia. Gracias por la niñez de mis hijos, creciendo junto a los primos, tíos y abuelos. Gracias por poner a María en nuestro camino, ella es nuestra educadora y reina de nuestra familia.

AMÉN

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