Evangelio viernes 25 de septiembre

Viernes 25 de septiembre de 2020 | Alejandra Castelblanco

25 de SEPTIEMBRE de 2020

Evangelio según San Lucas capítulo 9, 18 – 22.

Viernes de la Vigésima Quinta Semana del Tiempo Ordinario

Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado". "Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios". Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".

Meditación de Alejandra Castelblanco de Prieto.

"Quién dice la gente que soy yo"

Jesús parece decirnos: yo hice esta pregunta a mis discípulos porque así ellos reafirmarían su manera de pensar y estarían "obligados" a asumir una postura. Hoy los invito a una doble tarea: preguntarse: ¿quién soy yo para ti? y en segundo lugar preguntarse: ¿quién dice la gente que eres tú? Salgan de ustedes mismos y piensen qué imagen están proyectando, o bien pregunten a sus cercanos cómo los ven y así corroborar si el Espíritu Santo está presente en sus vidas y de qué manera.

Si no creyera, ¿Qué tendría sentido? ¿En qué tendría esperanza? Seguro no sería lo alegre que soy. No imagino una vida feliz sin Dios. Pensar qué diría la gente de mí, seguro serían distintas respuestas. Mis hijos dirían que soy "chata", porque les encanta molestarme, pero en sus cartas de cumpleaños siempre me agradecen. Mis papás, dirían que soy lo máximo. Mi marido, que está agradecido de haberme encontrado. Mis alumnos dirían que soy divertida, mis amigas, que soy fiel. Solo espero no desilusionar a nadie y para asegurarme, creo que hay que estar consciente de ser creyente y ser consecuente con ello.

Querido Señor: ¡cuánta gratitud siento! ¡cuánta alegría en mi corazón! Eres mi Dios, mi Señor, el que le da sentido a mi vida y hace nuevas todas las cosas. Gracias por darme la libertad de elegirte. Gracias por exigirme, por acompañarme, por darme herramientas concretas para tener una vida con sentido. Gracias por mi familia, mi marido, mis hijos, mis padres, mis hermanas, amigos y todos los que pones en mi camino. Hoy te digo una vez más que Tú para mí eres el Señor, el que salva, que redime, que acoge, que da esperanza y consuelo y que junto al Padre nos esperan con los brazos abiertos cada vez que caemos.

AMÉN

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