Evangelio viernes 29 de marzo

Viernes 29 de marzo de 2019 | Alejandra Castelblanco

29 de MARZO del 2019

Evangelio según San Mateo, capítulo 12, 28b - 34.

Viernes de la Tercera Semana del Tiempo de Cuaresma

Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?».
Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor;
y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos". El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Meditación de Alejandra Castelblanco de Prieto

"y le preguntó:"

Jesús parece decirnos: hoy los invito a preguntar. A no quedarse con dudas, a pensar en aquello que no tienen resuelto. Es importante darse cuenta de las interrogantes que mueven la vida y detenerse a pensarlas para formular las preguntas concretas. Yo siempre estaré dispuesto a responder cada una de sus preguntas. Cuando se sienten a formularlas, será una de las oraciones más profundas que hayan realizado. Ven, anímate, pregúntame, Yo te responderé.

Muchas veces simulo hacer preguntas, hago como que pregunté y yo misma respondo. Sin embargo, creo que preguntar a Jesús, es más profundo, es disponerse a escuchar una respuesta que no siempre es la misma que yo le doy a esa pregunta. Me gusta este desafío, me mueve a buscar en mi corazón, la pregunta que me intranquiliza, la que no me deja indiferente. Esta semana me animaré a formulársela a Jesús. Veremos qué me responde El en medio del silencio que es necesario para oírlo.

Querido Señor: gracias por esta sencilla y a la vez profunda invitación. Quieres que te interrogue, que saque a flote las preguntas que mueven mi caminar. Gracias por tu paciencia, por tu espera incondicional a mis interrogantes. No me dejes conformarme con las respuestas que yo doy, haz que me atreva a preguntarte y escuchar con humildad tus respuestas. María preguntó al Ángel con confianza, que yo siga su ejemplo y espere confiada Tu respuesta.

AMÉN

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