Evangelio viernes 4 de octubre

Viernes 4 de octubre de 2019 | Alejandra Castelblanco

Viernes 4 de Octubre del 2019

Evangelio según San Lucas, capítulo 10, 13 - 16.

Viernes de la Vigésima Sexta Semana el Tiempo Ordinario

San Francisco de Asís. Diácono y fundador. Memoria obligatoria

¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió".

Meditación de Alejandra Castelblanco de Prieto

"...hace tiempo que se habrían convertido..."

Jesús parece decirnos: el hombre es libre, nadie está obligado a realizar la obra que el Padre quiere para él. Ni mi madre estuvo predestinada, ella con su libre Sí, hizo posible que se llevara a cabo la obra de salvación. Por lo tanto, la invitación es a abrirse, a reconocer lo que está ocurriendo a su alrededor, para notar la presencia del reino entre ustedes y no hacer oídos sordos al llamado del Padre. Quien tiene la voluntad de hacerlo, puede estar seguro que ya se unió al plan de salvación.

Qué difícil es educar la voluntad. No basta con elegir el camino sino decidirse a hacerlo cada día. Lo comparo con el matrimonio o con la labor de ser mamá. Es exigente ser esposa y madre y no basta con tener un marido o hijos, sino renovar cada día el amor por ellos, haciendo esfuerzos y acciones que lo demuestren. En el plano espiritual, lo veo igual. Ser católico, schoenstattiano, no basta, implica demostrar con cariño que se quiere este camino y dar testimonio de ello. Es una decisión valiente y libre pero que implica esfuerzo y trabajo. Cada mañana voy a repetir: Hoy Señor decido seguirte.

Querido Señor: gracias Señor por todos aquellos que decidieron seguirte, no una vez, sino todos los días. Gracias por tener el ejemplo de tu madre y de todos los Santos. Infunde en mí ese fuego que no puede ahogarse, que necesita salir y contagiar y que día a día decide avivar esa llama para que nunca se extinga. Que todo lo que pones a mi alrededor lo sepa ver a la luz de la fe práctica en la Divina Providencia y así realizar mi conversión y seguir decididamente tu camino. Regálame amarte como San Francisco de Asís con sencillez y alegría.

AMÉN

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