Gutenberg v/s Berners Lee

    Si los que se preocuparon a finales del siglo XV por el impacto que tendría la invención de la imprenta hubieran llegado a ver los miles de periódicos que salen todos los días, las decenas de miles de revistas especializadas en cualquier tema y los cientos de miles de libros que se publican cada año, se sentirían absolutamente abrumados por la difusión de tal cantidad de información. Pero ahora todo ese mundo parece que está llamado a extinguirse. Cuando Internet comenzó a popularizarse, todos los diarios comenzaron a colgar sus ediciones en la red porque era algo que resultaba moderno y glamouroso y lo hicieron gratis. El acceso digital gratuito cambió los hábitos de no pocos lectores que encontraban posibilidades inimaginables antes: no sólo podían leer su periódico, sino todos los de su ciudad y, si querían todos los del mundo (para los interesados, recomiendo que echen un vistazo a la página kiosko.net). Por si esto fuera poco, no había que esperar al día siguiente para leer las noticias, sino que el periódico digital se actualiza constantemente; no existe limitación de espacio y los contenidos son más ricos que en el papel porque pueden incorporarse sin problemas, imágenes, gráficos y películas. Se produce la paradoja de que el medio tradicional sigue proporcionando costosamente los contenidos que se traspasan gratis a Internet, pero la publicidad que incorporan las ediciones digitales no genera ingresos suficientes para compensar la pérdida de ventas de periódico...

| Pablo Crevillén (España) Pablo Crevillén (España)

 

Si los que se preocuparon a finales del siglo XV por el impacto que tendría la invención de la imprenta hubieran llegado a ver los miles de periódicos que salen todos los días, las decenas de miles de revistas especializadas en cualquier tema y los cientos de miles de libros que se publican cada año, se sentirían absolutamente abrumados por la difusión de tal cantidad de información. Pero ahora todo ese mundo parece que está llamado a extinguirse.

Cuando Internet comenzó a popularizarse, todos los diarios comenzaron a colgar sus ediciones en la red porque era algo que resultaba moderno y glamouroso y lo hicieron gratis. El acceso digital gratuito cambió los hábitos de no pocos lectores que encontraban posibilidades inimaginables antes: no sólo podían leer su periódico, sino todos los de su ciudad y, si querían todos los del mundo (para los interesados, recomiendo que echen un vistazo a la página kiosko.net). Por si esto fuera poco, no había que esperar al día siguiente para leer las noticias, sino que el periódico digital se actualiza constantemente; no existe limitación de espacio y los contenidos son más ricos que en el papel porque pueden incorporarse sin problemas, imágenes, gráficos y películas.

Se produce la paradoja de que el medio tradicional sigue proporcionando costosamente los contenidos que se traspasan gratis a Internet, pero la publicidad que incorporan las ediciones digitales no genera ingresos suficientes para compensar la pérdida de ventas de periódico. Todas las estrategias para cambiar la tendencia parecen haber fracasado. En España, los periódicos trataron de fidelizar a los lectores regalando cosas u ofreciéndolas a precios muy asequibles. Comenzaron siendo libros, después películas y han terminado con productos muy alejados del mundo editorial, como cuberterías y vajillas.

¿Estamos asistiendo al fin del papel? Lo que sí es cierto es que económicamente las empresas editoras de diarios cada vez pasan más dificultades. Yo me inclino a pensar que el papel no desaparecerá del todo. Soy capaz de leer un texto corto en la pantalla, pero cuando lo escrito sobrepasa los tres o cuatro folios necesito imprimirlo; no es porque me canse la luz de la pantalla, sino porque me pierdo. Otra alternativa es que los mensajes se redacten de forma muy breve; pero si ese es el futuro, creo que todos seremos más superficiales. No se trata de escribir demasiado, sino de que algunas cuestiones exigen más espacio que un simple folio.

Y queda abierta la cuestión de si entre lo que sucede y el público debe haber unos medios. Suelo ser muy crítico con los medios de comunicación porque en muchas ocasiones están contaminados por intereses económicos, políticos y sociales y presentan la realidad deformada. Pero si ya con los medios impresos es difícil asimilar la información, con Internet el problema se multiplica. Es llamativo lo sucedido con Wikileaks. Desde su fundación en 2007 por el australiano Assange ha estado filtrando información secreta. Pero cuando consiguieron 250.000 cables diplomáticos norteamericanos, (tal número hubiera sido imposible antes de la era digital) fueron conscientes de que colgar la información no bastaba para darla a conocer. Por ello, la entregaron ha varios periódicos de todo el mundo (The New York Times, El País, The Guardian, Le Monde y Der Spiegel) que podían clasificarla y publicarla ordenada por materias.

Y es que aunque la democratización de la información que ha traído Internet tiene elementos muy positivos, no deja de tener sus riesgos. Un ejemplo inofensivo, pero que en otro contexto sería muy grave, se ha producido en España. Iker Casillas, portero y capitán de la Selección española de fútbol, tiene una guapa novia que es periodista deportiva. La pareja se ha convertido en una auténtica celebrity. Pues bien, una chica que tiene cierto parecido físico con ella, se hizo pasar por su hermana en Facebook, diciendo en su perfil que era novia de otro jugador de fútbol, que milita en el club rival de Casillas. Esta historieta fue creciendo, haciéndose eco de la misma incluso medios serios, hasta que se descubrió su falsedad.

 


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