Laudato Si´: La ecología entendida como el cultivo del organismo de vinculaciones

Desde hace tiempo pensaba que era necesario que la Iglesia hablara de ecología y me fastidiaba bastante el hecho de que la mayoría de las veces fueran ideologías que prescinden de Dios, las que se apropiaran de un tema que tiene hondas raíces bíblicas y cristianas.

Jueves 23 de julio de 2015 | Mercedes de Soto

El último artículo que escribo antes de las vacaciones quería dedicarlo a la reciente Encíclica del Papa Francisco, Laudato Si, que aconsejo vivamente leer y disfrutar.

Desde hace tiempo pensaba que era necesario que la Iglesia hablara de ecología y me fastidiaba bastante el hecho de que la mayoría de las veces fueran ideologías que prescinden de Dios, las que se apropiaran de un tema que tiene hondas raíces bíblicas y cristianas.

Basta leer lo primeros capítulos del Génesis, pero no solo ellos, sino toda la Biblia, para encontrar en ella el cúmulo de argumentos que la Revelación nos proporciona para amar, preservar y cuidar nuestro hermosa tierra, que gime y sufre con los dolores de parto (Rom, 8,22), como recuerda el Papa en el preámbulo, aludiendo al deterioro creciente producido, en gran parte, por el hombre.

El título esta tomado del conocido Cantico de las Criaturas de San Francisco de Asís, que veía en todo cuanto lo rodeaba la presencia y la huella amorosa del Creador, viviendo una especie de fraternidad ecológica de gratitud y alabanza con todas las criaturas salidas de sus manos. De él dice el Papa, que era "un místico que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo" (LS 10).

La Encíclica es amplia y aborda el tema de la ecología desde sus distintas facetas y problemática actual, aportando al final una serie de recomendaciones para una educación y espiritualidad ecológica que anime y contribuya a una mejora de las condiciones de la vida del hombre y de la conservación del medio ambiente. Son relevantes en el último capítulo, los apartados del VI al IX, en los que el Papa da unas pautas para animar esta espiritualidad, basadas en la función sacramental (mediadora de la vida sobrenatural) de la naturaleza asumida por Dios, y en el descubrimiento de la huella trinitaria en lo creado.

Recomiendo también, leer detenidamente el capítulo dos en el que, a partir de los textos bíblicos, se desarrolla una profunda teología sobre la bondad, belleza y sentido de la creación y sobre el papel que el hombre está llamado a desempeñar desde el origen, en ella: "labrarla y guardarla" (Cf. Gn 2,15). Esto implica que, ante una tierra que en primer término es de Dios, al hombre dotado de inteligencia se le pide respetar las leyes de la naturaleza (también las de su propia naturaleza humana que "él debe respetar y no puede manipular a su antojo"...LS 155) y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo (Cf.LS 68). Y esta valoración extrema de todas las criaturas porque reflejan cada una a su manera, algo de las perfecciones y bondad de Dios, hace que sean dignas de respeto por parte del hombre, que no puede utilizarlas desordenadamente. Ello es más imperativo en el caso de la relación con el prójimo ante el que cada uno tiene el deber del cuidado y la custodia. Recordemos la historia del crimen de Caín (Gn 4, 9-11) Omitir este deber supone la ruptura con uno mismo, con Dios y con la tierra. El Papa concluye: "En estos relatos tan antiguos cargados de profundo simbolismo, ya estaba contenida una convicción actual: que todo está relacionado, y que el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, de la justicia y la fidelidad a los demás" (LS 70)

Tengo que decir que a medida que he ido leyendo, me venían a la memoria textos y lecturas de la realidad que el P. Kentenich ya hacía en su tiempo. ¿No nos suena esto a lo que en Schoenstatt llamamos cultivo del "organismo de vinculaciones"?

Partiendo de la comprensión de la ecología como la ciencia que estudia las relaciones entre los organismos vivientes y el ambiente en el que se desarrollan (LS 138), se despliega la visión de todo el universo como un gran organismo en que "todo está conectado", lo que impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros. Una sensibilidad ecológica sana supone entonces, la restauración de una sana armonía entre las diferentes relaciones (vínculos), en las que crece y madura la vida humana, y que fue dañada por el pecado original. Él fue la causa de que la relación entre el ser humano y la naturaleza se hiciera conflictiva (Cf.LS 66)

"No hay ecología, dirá el Papa, sin una antropología sana". El P. Kentenich alertó de que las herejías modernas tendrían que ver con un falseamiento de la imagen que el hombre tiene sobre sí mismo. Si el hombre niega la imagen y semejanza divina que hay en él, ello repercutirá en la forma de relacionarse con todo lo creado. "Las Personas divinas son relaciones subsistentes y el mundo creado, según el modelo divino, es una trama de relaciones [...] La persona humana más crece, más madura, y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas. Así asume en su propia existencia ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en la creación"( LS 240). Por ello es imposible que el hombre corrija su relación con la naturaleza y su ambiente sin que sane todas sus relaciones básicas. No se puede proponer una relación con lo que nos rodea y constituye nuestro hábitat más próximo, aislada de nuestra relación con las demás personas y con Dios (cf. LS 119).

Por tanto, una primera conclusión que se podría sacar de la lectura de esta Encíclica desde Schoenstatt, y que tiene mucho que ver con el 31 de Mayo, es que si somos fieles a nuestra Alianza de Amor, y cultivamos conscientemente y como un todo, el organismo natural y sobrenatural de vinculaciones, de forma que todo lo creado se transforme en camino y encuentro con Dios, estaremos dando una contribución importante al "cuidado de la casa común", tal y como nos enseña y pide el Papa Francisco.

Acabo con una estrofa del Hacia el Padre que sintetiza bien esta idea:
Amor creo el mundo
como peldaños de amor
que nos conducen eficazmente hacia el cielo,
hacia el corazón de Dios. (Est 42 del HP)

Se Puede leer y descargar la encíclica completa aquí.

 Fuente de la imagen: Catholic Herald

Comentarios
Total comentarios: 1
27/07/2015 - 13:25:35  
Decimos en ingles "estar en la misma pagina". Ciertamente que el papa Frnacisco esta al unisono con los ideales de Schoensatt. El organismo de vinculaciones, naturaleza, personas y Dios es un trio que resumen la vida cristiana.
Oigo si, algunas voces profeticas desde Schoensatt que debemos cultivar las vinculaciones personales, sobre todo en manifestaciones en torno a los Santuarios,,,que no sean simple "service centros" de mantencion personal sino celebraciones de encuentros personales. Una tarea pendiente.

John Hitchman
USA
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